Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi Casa: Probadme ahora en esto, Dice Jehová de los ejércitos, a ver sí no os abro las ventanas de los cielos y derramo sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde. (Malaquías3: 10).
Atravesábamos una difícil situación económica; mi padre y mi madre estaban enfermos, y tenía seis hermanos menores, ninguno en edad de trabajar. Mi salud era bastante mala. No había dinero para pagar la colegiatura. Debía continuar estudiando con el fin de trabajar tras concluir la carrera de enfermería que estaba cursando. Estaba segura de que el Señor, que conocía mi situación, haría algo por mí en el momento oportuno.
Un día la secretaria de mi escuela, que sabía algo de mi situación, me preguntó si yo estaba dispuesta a ayudar en una clínica particular recibiendo una modesta compensación económica. Debía trabajar tres noches a la semana, además de continuar con mis actividades escolares y de realizar mis prácticas. Acepté el ofrecimiento, comprometiéndome con el Señor a devolverle los diezmos, así como un diez por ciento de mis entradas como ofrenda.
Algunas veces, cuando recibo una mayor suma de dinero, me parece que es demasiado lo que le estoy devolviendo a Dios. Pero al reflexionar me doy cuenta de que si doy mucho, es porque Dios me ha dado más todavía.
«Los seres humanos no tienen una inclinación natural a ser benevolentes, sino a ser sórdidos y avaros, y a vivir para el yo. Y Satanás está siempre listo para presentar las ventajas que pueden obtenerse al usar los propios medios con propósitos egoístas y mundanos; se alegra cuando puede influir sobre ellos a huir del deber y a despojar a Dios de los diezmos y de las ofrendas. Pero nadie se halla dispensado en este asunto. "Cada uno de vosotros aparte en su casa, guardando lo que por la bondad de Dios pudiere". El pobre y el rico, los jóvenes y las señoritas que ganan sueldo, todos deben apartar una porción; pues Dios la reclama. La prosperidad espiritual de todo miembro de la iglesia depende de un esfuerzo personal y de la estricta fidelidad a Dios» (Consejos para la obra de la Escuela Sabática, p. 156).
Siempre he creído en la fidelidad del Señor. Algunas veces te parecerá que es difícil devolver la parte que le corresponde a Dios porque te hace falta, pero esfuérzate y verás la respuesta del Señor. Él te dará bendiciones hasta que sobreabunden.
Toma de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Florencia Thamar Garza
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