Atiende al consejo y acepta la corrección; así llegarás a ser sabio. Proverbios 19:20.
«La luna tendría que dejar de brillar — reza un dicho — si le hiciera caso a los perros que se la pasan ladrándole». No conozco el origen de este dicho popular, pero sí he leído una anécdota de Abraham Lincoln que lo menciona.
Se cuenta que cierto día caminaba Lincoln cerca del edificio del Capitolio, en Washington D.C., cuando un conocido se le acercó y comenzó a mencionarle las críticas que se hacían de él y de su gobierno en todo el país. Para sorpresa del hombre, Lincoln siguió caminando, inmutable. Cuando notó que sus palabras estaban cayendo en saco roto, el hombre increpó directamente al presidente:
— Sr. presidente, ¿usted me está escuchando?
En ese momento, Lincoln se detuvo.
— ¡Claro que lo estoy escuchando! Lo que pasa es que, como usted bien sabe, cuando la luna brilla, algunos perros tienen la costumbre de ladrarle.
Lincoln siguió caminando.
— ¿Qué quiere decir con eso? — preguntó el hombre, intrigado.
— Lo que quiero decir es que, por mucho que ladren los perros, la luna sigue brillando (Signs of the Times, noviembre de 2000, p. 32).
Este incidente de la vida de Abraham Lincoln ilustra una gran verdad: Por mucho que te esfuerces en hacer bien las cosas, nunca lograrás escapar a los «ladridos de los perros»; esos especialistas en ver defectos en todo. ¿Cuál será tu respuesta entonces? ¿Dejarás de brillar? ¿Perderás el sueño porque alguien te está criticando? Por supuesto que no. Si la crítica es injusta, ¿por qué darle importancia? Recuerda que la gente solo lanza piedras al árbol que da fruto.
El caso es muy diferente cuando la crítica señala un aspecto de tu conducta que amerita corrección. Usualmente, estos comentarios provienen de gente que en verdad desea tu bienestar. En estos casos, no son «ladridos de perros» los que estás escuchando, razón por la cual te convendrá «atender el consejo y aceptar la corrección», porque así llegarás a ser sabio. (Prov. 19:20).
¿Están siendo objeto de críticas en este momento? Si estás tallando en algún aspecto de tu vida, pídele a Dios que le ayude a corregirlo. Pero si no tienes nada de qué avergonzarle, entonces todo lo que estas escuchando son «ladridos de perros». En ese casi, ¿por qué dejar de brillar?.
Señor, ayúdame a distinguir la crítica justa de la injusta, y a corregir mi conducta cuando este fallando.
Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala
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