Encomienda a Jehová tu camino, confía en él y él hará. (Salmo 37:5).
Si hemos pasado por situaciones difíciles, o hemos enfrentado problemas que humanamente no tenían solución, podremos entender a cabalidad el valor de esta promesa contenida en el versículo de hoy. Dios obra poderosamente a favor de todos los que a él se encomiendan.
Mi familia y yo estábamos atravesando momentos críticos y decisivos. Por diversas razones de índole familiar y social habíamos decidido emigrar de nuestro país. Comenzamos las gestiones contando con pocos recursos económicos y con serias presiones, por lo que encomendamos a Dios todos nuestros planes y los sometimos a su voluntad.
Recordaba de manera continua día y noche el texto que sirve de base a la meditación de hoy. No deseábamos hacer nada que el Señor no aprobara. Fueron días de espera, noches de insomnio; viajes, gestiones infructuosas, gastos excesivos. Todo hacía de la situación algo insoportable, pero siempre la promesa del Señor estaba presente en mi vida.
Los problemas se fueron resolviendo. El camino se fue abriendo, aunque en nuestra ansiedad pensábamos que el proceso duraba demasiado. Dios, que no conoce premura ni demora, estaba haciendo su parte con sabiduría y precisión.
«En la vida diaria tropezará con sorpresas repentinas, chascos y tentaciones. [...] Mire a Jesús en todo momento y lugar, elevando una oración silenciosa y con corazón sincero para que pueda saber cómo hacer su voluntad» (El hogar cristiano, cap. 34, p. 204).
Quizá consideremos que algunos de nuestros problemas tardan demasiado tiempo en solucionarse, pero la promesa nos dice que confiemos en él, y él hará. Nuestra sabiduría es limitada, nuestros recursos son pobres; humanamente no somos capaces de resolver mucho, pero Dios, en su misericordia, nunca abandona a aquellos que ponen su vida en su manos de amor. Él limpia y despeja nuestra senda, allana los obstáculos y nos conduce a lugar seguro. Hermana, en todo tiempo Dios muestra su misericordia y prodiga sus bendiciones. Él es nuestra fortaleza en tiempo de angustia y nunca nos desampara, porque así lo ha prometido. Confiemos plenamente en él y comprobaremos muy pronto que todas sus bendiciones se dejarán ver en nuestras vidas.
Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Bertha Valdés de Pérez
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