domingo, 1 de abril de 2012

«¡HOSANNA AL REY!»


«Y la gente que iba delante y la que iba detrás aclamaba, diciendo:" ¡Hosana al Hijo de David!  ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosana en las alturas!"» (Mateo 21:9).

¡Parecía como si todo el mundo hubiese oído hablar de la resurrección de Lázaro! Probablemente era a causa de que Betania, la pequeña población donde vivía Lázaro, estaba muy cerca de Jerusalén. El rumor había corrido y ahora las multitudes acudían para ver a Jesús y a Lázaro, el hombre a quien había resucitado.
La turba seguía a Jesús mientras este iba de camino a Jerusalén. Cuando se acercaban a la ciudad, Jesús envió a dos de sus discípulos para que fueran a buscar una asna y su pollino; subió a lomos del asna y continuó hacia su destino. Otra multitud, saliendo de Jerusalén, se reunió con los demás y, formando una gran procesión, marcharon hacia la ciudad. Era difícil de creer. Al cabalgar sobre el asna, parecía que Jesús les decía que estaba dispuesto a ser su rey.
La entusiasta multitud arrojó al camino por donde tenía que pasar Jesús palmas y ramas de olivo, así como sus mantos. De ese modo, Jesús, al entrar en la capital de su nación recibió los honores dignos de un rey.  Sin embargo, nada de lo que sucedía parecía normal. Se alejaba demasiado de cualquier otra cosa que le hubiera sucedido al Salvador. ¿Por qué lo permitió Jesús?
Una de las razones por las que Jesús toleró esa entrada triunfal en Jerusalén era que quería declarar abiertamente que era el Rey, pero no un rey como el que esperaba el pueblo. Solía hablar abiertamente de su misión. El pueblo podía saber, porque se lo había dicho, quién era y por qué había venido. Pero nadie le había prestado atención o, si alguien lo había hecho, solo había escuchado lo que le interesaba. Les había dicho que su reino no es de este mundo. Pero ellos tenían su propia idea preconcebida de cómo iban a ser las cosas.
Nosotros corremos el riesgo de cometer el mismo error. En esta tierra, los reyes son ricos, pero Jesús era pobre. Los reyes de esta tierra tienen a quienes se ocupan de todas sus necesidades, pero Jesús vivía para servir a los demás.
Señor, haz que no olvide ser lo que tú fuiste para que, algún día, pueda estar donde tu estas. Basado en Lucas 19: 29-44

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

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