¡Temad a Dios y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado! (Apocalipsis 1.4:7).
Las primeras palabras del ángel son: «Temed a Dios». Es necesario que nos acerquemos a Dios con toda reverencia y respeto. Al estar en su presencia el primer ángel nos pide que le demos gloria. ¿Cómo podemos dar gloria a Dios? Pablo nos da la respuesta al asegurarnos que nuestro «cuerpo es templo del Espíritu Santo [...] pues habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios», y agrega: «Si, pues, coméis o bebéis o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios» (1 Cor.6: 19-20;10:31).
En la vida de quienes se preparan para un encuentro con el Señor, cada faceta de la existencia debería glorificar a Dios. Como resultado, todo aquello que promueva la salud física favorecerá el desarrollo de una mente aguda; y un carácter noble; es decir, salud emocional y espiritual. «El cerebro es la capital del cuerpo, el asiento de todos los poderes nerviosos y acciones mentales. [... ] Por medio de los nervios del cerebro, las impresiones mentales son llevadas a todos los nervios del cuerpo [... ] y ellos controlan la acción vital de cada parte del sistema» (Mente, carácter y personalidad, tomo 1, p.84).
Nuestro cuerpo ciertamente es templo del Espíritu Santo, y la mente es el único canal por medio del cual Dios se comunica con nosotras. Quizás eso nos explique por qué nuestro crecimiento espiritual a veces parece ser tan lento. Cualquier cosa que afecta a nuestro cuerpo y a nuestra mente, afecta definitivamente a nuestra vida espiritual. ¡Qué privilegio que Dios quiera comunicarse con nosotras! Utilicemos nuestro intelecto deliberadamente para dar gloria a Dios en todo lo que hagamos.
«Como pueblo se nos ha confiado la obra de predicar los principios de la reforma pro salud. Hay algunos que creen que el tema de la temperancia no es lo suficientemente importante para ser incluido en la evangelización. Pero estas personas cometen un gran error. La Palabra de Dios declara: "Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios" (1 Cor. 10:31). El tema de la temperancia con todas sus implicaciones tiene importante lugar en la obra de la salvación» (Consejos sobre la alimentación, cap. 25, p. 384, § 778).
Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Janet Ribera de Diestre
No hay comentarios:
Publicar un comentario