martes, 10 de abril de 2012

SEGUIR A JESÚS


«Estos son los que no se han contaminado con mujeres, pues son vírgenes.  Son los siguen al Cordero por dondequiera que va.  Estos fueron redimidos de entre los hombres como primicias y para el Cordero» (Apocalipsis 14:4).

Una tarde, Cristo pidió a sus discípulos que navegaran hacia el otro lado del Mar de Galilea, al país de Gadara. Los discípulos desconocían la razón de esa petición específica en aquel momento determinado para dirigirse a ese punto concreto de la costa, pero Jesús sabía que allí el cielo le había encomendado una misión.
Podrían haber bordeado el lago, pero escogió cruzarlo en barca para tener la oportunidad de demostrar que él es Dios, tanto del mar como de la tierra firme, y para mostrar que es todopoderoso, tanto en el cielo como en la tierra. Consuela saber que tenemos un Salvador en quien podemos confiar y a quien podemos orar; un Salvador que sabe qué es estar en medio de una tormenta.
Jesús no cruzó el lago en un yate o en una embarcación de placer. Él y sus discípulos hicieron la travesía en una embarcación de pesca, sin lujos comodidades. Jesús subió a la barca seguido de sus discípulos. Otros que habían venido a escucharlo se quedaron en la seguridad de la tierra firme. Solo los verdaderos discípulos de Cristo están dispuestos a seguirlo en los peligros y las dificultades. Muchos preferirían ir al cielo por un camino más cómodo. Incluso preferirían no moverse de donde están, o regresar sobre sus pasos, a arriesgarse a entrar en los peligros del mar. Pero los que quieren estar eternamente con Cristo tienen que seguirlo dondequiera que ahora los lleve: ya sea una embarcación, la cárcel o un palacio.
En cierta ocasión, un anciano miembro de iglesia comentó: «Entré en la iglesia y me acomodé en el asiento de terciopelo. Contemplé el sol que entraba a través de las vidrieras. El ministro, revestido con un manto de terciopelo, tras abrir una Biblia con los bordes de las páginas dorados y un marcador de seda, dijo: "Si alguno quiere ser mi discípulo, niéguese a sí mismo, tome su cruz, venda todo lo que tiene, déselo a los pobres... y sígame"».
Si buscamos una vida de lujos y comodidades, probablemente nos quedemos en la orilla. Pero a los que siguen a Jesús dondequiera que vaya les esperan milagros y bendiciones. Basado en Mateo 8: 23-27

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

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