sábado, 12 de mayo de 2012

¡ESOS «ANIMALES»!


Que [...] el Dios de paz, los haga a ustedes perfectamente santos, y les conserve todo su ser, espíritu, alma y cuerpo, sin defecto alguno, para la venida de nuestro Señor Jesucristo. 1 Tesalonicenses 5:23

Las palabras de nuestro texto de hoy me recuerdan una anécdota que escuché en un culto matutino en las oficinas de nuestra casa publicadora (APIA). El relato tiene como protagonista a un ermitaño, un hombre que se había alejado del contacto con la gente para dedicarse a la oración y a la meditación. En cierta ocasión, varios curiosos lo visitaron.
—¿Qué hace usted con tanto tiempo libre? —le preguntaron.
—Me mantengo muy ocupado —respondió—. Tengo que domar a dos halcones, entrenar a dos águilas, mantener quietos a dos conejos, cuidar de muchos pajarillos, vigilar una serpiente, entrenar un asno y someter a un león.
—Pero nada de eso vemos aquí —replicaron los visitantes—. ¿Dónde están esos animales?
—Es muy sencillo —contestó el hombre—. Estos animales están dentro de mí. Los dos halcones que tengo que domar son mis ojos, para que solo vean cosas buenas. Las dos águilas que tengo que entrenar son mis manos, para que en lugar de destrozar, sirvan sin herir. Los pajarillos inquietos que necesito controlar son mis pensamientos. Los dos conejos que tengo que mantener quietos son mis pies, para que se encaminen por el sendero del bien. La serpiente que tengo que vigilar es mi lengua. El asno es mi desgastado cuerpo, para que no se canse de hacer el bien. Finalmente, el león que tengo someter es mi corazón, porque es orgulloso y, para colmo de males, tiene complejo de rey.
¿No te parece una simpática manera de ilustrar la necesidad que tú y yo tenemos de consagrar a Dios todo nuestro ser?
¿Cuál de esos «animales» tienes que controlar? ¿Qué están viendo «los dos halcones»? ¿Qué clase de «pajarillos» están revoloteando en tu mente? ¿Qué lugares están visitando esos «dos conejos»? ¿Y cuan activa está esa «serpiente»... ?
El mensaje está claro: La vida cristiana no admite entregas a medias. O somos de Dios por completo, o no somos en absoluto de él. Quiera Dios que la oración del apóstol se cumpla cabalmente en ti y en mí, de modo que el Dios de paz santifique todo nuestro ser hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo.
Padre amado, te consagro mi ser entero. Que mis pensamientos, palabras y acciones glorifiquen siempre tu nombre.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

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