Instruye al niño en su camino, Y aun cuando fuere viejo no se apartará de él. (Proverbios 22:6)
Yo tenía aproximadamente once años cuando el evangelio llegó a mi hogar gracias a la visita misionera de algunas hermanas de la Iglesia Adventista. Después de cierto tiempo mis padres y yo, que era la hija mayor, decidimos aceptar al Señor y bautizarnos. Por razones de trabajo mi familia se trasladó a otra ciudad. Allí mis padres dejaron de asistir a la iglesia y como consecuencia también mis tres hermanos y yo. Continué mis estudios de secundaria y luego los de preparatoria. Fue entonces cuando Dios utilizó a dos compañeros de clases para llevarme de nuevo a su redil. Uno de ellos me obsequió una Biblia muy parecida a la que años atrás me habían regalado por mi cumpleaños. El otro amigo me regaló un casete con himnos. Cada vez que ayudaba a mi mamá en las tareas del hogar escuchaba aquellos himnos con mucho agrado.
Sentía el deseo de asistir a alguna iglesia para estudiar la Biblia y para adorar a Dios. En aquel entonces trabajaba para la Secretaría de Educación los sábados y los domingos, un trabajo al que más tarde no me importó renunciar. En determinado momento no sabía a qué denominación religiosa pertenecer; pensé en muchas, pero sentía que algo les faltaba y que no saciaban mi sed espiritual.
Por consejo de mi madre asistí un día a un templo adventista que estaba a dos cuadras de mi casa. Pronto me bauticé, y me involucré en diversas actividades y cargos. Sin embargo, Dios tenía preparado algo más para mí. Me guió para que fuera esposa de pastor, de un hombre que había sido llamado al servicio del Señor.
Hoy reconozco que cuanto somos se lo debemos a él y que hemos de servir a Dios en espíritu y en verdad. Además, creo que igualmente debo reconocer su amor por mí al traerme de vuelta a mi hogar espiritual. Por ese motivo es necesario que instruyamos a nuestros hijos en su camino, recordando que, aun cuando sean viejos, no se apartarán de él.
Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Yesenia Díaz López
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