«Ciertamente, el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa de Jehová moraré por largos días» (Salmo 23:6)
¿Cuál es la diferencia entre una planta útil y una mala hierba? Dediqué algún tiempo a buscar la respuesta a esta pregunta, pero descubrí que no hay una regla de identificación definida. La mayoría de las fuentes bibliográficas definen las plantas que crecen de manera intencional en campos y jardines como plantas cultivadas. El resto de plantas que no se supone que deban estar y crecen de manera espontánea se definen como malas hierbas. Una mala hierba es, por tanto, una planta que crece en un lugar «equivocado».
Con esta definición en mente, si yo plantara una rosaleda y un grano de trigo cayera accidentalmente entre las flores, si llegase a germinar y a crecer hasta convertirse en una magnífica espiga de trigo, no quedaría más remedio que considerarla una mala hierba. No estoy del todo convencido de que esta sea la definición que Jesús quiso que entendiéramos cuando contó la historia del trigo y la cizaña (malezas). En la cizaña hay algo más siniestro que el hecho de ser una planta. Al final, encontré una definición de mala hierba que, según parece, se ajusta más a la intención de la parábola.
Algunas malas hierbas son dañinas porque:
- Son parásitos de los cultivos.
- Son venenosas para el ganado vacuno y ovino.
- Son desagradables al paladar o incluso pueden manchar la leche o la carne.
- Pueden causar problemas a los animales, por ejemplo, enredarse en la lana de las ovejas, por lo que su eliminación puede representar un sobrecosto.
- Dificultan la acción de la maquinaria agrícola al enredarse en las herramientas.
- Reducen el valor de la cosecha.
- Son portadoras de pestes o plagas.
- Taponan los canales de riego o de drenaje.
- Crecen en terrenos no agrícolas, como cunetas y terraplenes, y es necesario cortarlas.
Otro de los problemas causados por las malas hierbas es que interfieren en la absorción de la humedad y los nutrientes del terreno por parte de las plantas cultivadas. Asimismo, las malas hierbas pueden llegar a crecer más que las plantas beneficiosas y disputarles la luz del sol. A ello se añade que ocupan más terreno, por lo que las plantas beneficiosas no disponen de espacio suficiente para crecer. Cuando la mala hierba madura, sus tallos y sus raíces se entrelazan con los de las plantas beneficiosas y acaban por ahogarlas.
Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill
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