El cielo proclama la gloria de Dios. Salmo 19:1
El problema con algunos ateos no es tanto que no crean en Dios, sino que quieran hacer burla de quienes sí creen, como nos cuenta el siguiente relato del libro Red Life Devotions and Funny Stories for Men [Devociones de la vida real y relatos graciosos para hombres], lectura devocional N° 50).
Es el caso de un profesor que pregunta a sus estudiantes:
—¿Alguno de ustedes cree en Dios?
Nadie responde. —¿Puede alguno de ustedes ver a Dios, oír la voz de Dios o al menos oler a Dios?
Continúa el silencio.
—Siendo que ninguno aquí —dice el profesor ateo— puede ver, ni oír ni oler a Dios, la conclusión lógica es que Dios no existe.
Un estudiante, molesto con la actitud del profesor, se pone de pie.
—¿Puede alguien aquí presente ver el cerebro del profesor? —pregunta.
No hay respuesta.
—¿Puede alguien oír u oler el cerebro del profesor?
Luego de una pausa el estudiante continúa:
—Siendo que ninguno aquí puede ver, oír u oler el cerebro del profesor, la conclusión lógica es que ¡el profesor no tiene cerebro!
Muy bueno, no solo como chiste, sino también para mostrar que quien niega la existencia de Dios en realidad no está usando el cerebro. Basta conocer la maravillosa perfección con que funcionan nuestro cuerpo, nuestro mundo y el universo para concluir que, por encima de todo cuanto existe, hay un Diseñador.
Un excelente libro para que te documentes en este punto es La ciencia descubre n Dios, del científico cristiano Ariel Roth. Entre los siete argumentos que se presentan en favor del diseño inteligente está el del perfecto ajuste del universo. Escribe Roth:
- Si el Sol estuviera solo el cinco por ciento más cerca o el uno por ciento más alejado de la Tierra, no habría vida en nuestro planeta.
- Si la fuerza electromagnética fuese solo un poco mayor, el Sol sería una estrella fría de color rojo. Si fuese ligeramente menor, sería una estrella azul mucho más caliente y tendría una vida útil muy breve.
- Si la relación entre la fuerza de gravedad y la fuerza electromagnética variase solo ligeramente, el resultado sería desastroso para el Sol y, por supuesto, para la vida en nuestro planeta.
Por supuesto, nada de esto prueba la existencia de Dios, pero nos dice que es razonable concluir que detrás de un diseño tan perfecto hay un perfecto Diseñador. Para darse cuenta, ¡solo basta con usar el cerebro!
Gracias, Señor, por crear las condiciones que hacen posible que yo pueda vivir.
Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala
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