Amados amémonos, unos a otros, porque el amor es de Dios. (1 Juan 4:7).
Muchos afirman que el amor es alimento tanto para el corazón como para el espíritu, y añaden que quienes viven y se desarrollan en un ambiente de amor tendrán una personalidad sana y una elevada autoestima.
No obstante, es necesario reconocer que vivimos en una sociedad en la que no se expresa el amor como se debería hacerlo. Los padres tienen poco tiempo, y en algunos casos pocos deseos de manifestar afecto a sus hijos, quienes por esa causa pueden crecer con enormes «vacíos» en su personalidad. Las caricias y las expresiones de amor son cada vez menos frecuentes entre los esposos, que buscan el contacto físico con su pareja únicamente cuando los impulsa una necesidad biológica.
Un abrazo, un beso, una caricia, tienen un efecto curativo y estimulante sobre las personas que los reciben, En las siguientes palabras de la Biblia encontramos un llamado al amor: «Amados, amémonos unos a otros, porque el amor viene de Dios» (1 Juan 4:7).
Querida amiga, el amor de Dios es un don, y la capacidad de expresarlo es una bendición. Sin embargo, muchas de nosotras tenemos problemas a la hora de expresar afecto, porque tal vez no lo hemos recibido. Pero como nos dice Elena G. de White: «El amor no puede durar mucho si no se le da expresión» (El hogar cristiano, cap. 16,1 p. 101).
No obstante, la Palabra de Dios nos asegura que se puede aprender a amar (ver Tito 2:4). El primer paso para lograrlo consiste en recibir el amor de Dios. El abrazo del Señor es muy amplio, en él entramos todos sus hijos, aun con nuestras imperfecciones y pecados. En segundo lugar, es necesario que aprendamos a aceptar a nuestros semejantes con todos sus errores y debilidades.
Practiquemos el amor en nuestros hogares siendo pacientes y amorosas. Abracemos a nuestros hijos mientras podamos hacerlo; pronto se irán de casa y nos quedaremos extrañándolos. Seamos esposas cariñosas, dispuesta a encerrar entre caricias al hombre que hemos escogido por esposo.
«El amor debe verse en las miradas y los modales, y debe oírse en los tonos de la voz» (El hogar cristiano, cap. 16, p. 103) Recuerda que una de las mayores virtudes que puedes mostrar es el amor.
Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Erna Alvarado de Gómez
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