miércoles, 11 de julio de 2012

EL MISTERIO DEL CRECIMIENTO


«Porque como la tierra produce su renuevo y como el huerto hace brotar su semilla, así Jehová, el Señor, hará brotar justicia y alabanza delante de todas las naciones» (Isaías 61:11).
¿Alguna vez ha visto una semilla de zanahoria? Al verla quedará maravillado ante el milagro de que, de una semilla tan pequeña, pueda salir una gran zanahoria. ¿Cómo puede ser?
¿Y cómo es posible que una persona que no conoce a Dios, que está imbuida de paganismo y quebranta la ley sin mediar un pensamiento, se convierta en un cristiano feliz e íntegro que comparte su fe con los demás?
Para responder a esta pregunta, Jesús contó la parábola de un agricultor que sembraba trigo. Explicó que él mismo es a la vez el agricultor y el propietario del campo. Los que siembran la semilla son sus ayudantes. La semilla representa la Palabra de Dios y el campo es el corazón de una persona. La maduración de la semilla ilustra la forma en que el reino de Dios crece en el corazón.
Poco después de que el campo ha sido sembrado empiezan a producirse cambios. La tierra que antes era marrón se cubre con un manto verde. No podemos describir cómo sucede, es uno de los misterios de la naturaleza. Nadie sabe cómo el Espíritu, mediante la Palabra, opera un cambio en el corazón; como tampoco podemos explicar el viento, cuyos efectos podemos sentir, pero del cual no podemos decir ni de dónde viene ni a dónde va.
Una vez que se siembra la semilla, el Espíritu Santo comienza a trabajar. La persona que recibe la semilla ni siquiera se da cuenta de que la semilla ha sido plantada. Pero si no se resiste, la semilla va creciendo poco a poco. Finalmente, la persona piensa y siente de manera distinta. Empieza a detestar lo que antes le gustó y a querer Dios que da vida a su propia Palabra.
Cuando éramos misioneros en la otra punta del mundo aprendí algo que, aunque parezca de escasa importancia, es muy interesante. Nos llevamos algunas semillas de maíz y las plantamos en aquel suelo extranjero. Y, mire por donde, las semillas germinaron, las plantas crecieron y el maíz tenía el mismo sabor que en América. Algunas semillas no crecen si hace demasiado frío o demasiado calor, si llueve muy poco o hay demasiada humedad. Sin embargo, la Palabra de Dios crece en todas parles. Basado en Marcos 4:26-29

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

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