Cruel es la furia, y arrolladora la ira, pero ¿quién puede enfrentarse a la envidia? Proverbios 27:4, NVI
Adivina adivinador... Estoy pensando en una enfermedad que... es «más vieja que Matusalén», el que la padece no sabe que la tiene, y solo hay una cura conocida, pero no se consigue en ninguna farmacia.
Una pista más: Es tan vieja como el diablo.
Un ejemplo te ayudará. ¿Recuerdas a María, la hermana de Moisés? ¿Qué recuerdas de ella? Muy probablemente, la ocasión cuando, escondida tras los juncos en el río Nilo, vigiló la canasta donde su madre había colocado al bebé Moisés, procurando salvarlo así de una muerte segura. O quizás recuerdas cuando, después del milagroso cruce del Mar Rojo, dirigió el canto de alabanza a Dios por su maravillosa liberación.
Hay otra escena que conviene recordar. En ella, María aparece muy molesta. ¿Qué la molestó tanto? Según el libro Patriarcas y profetas (p. 355), Séfora compartió con su padre Jetro su preocupación por el excesivo trabajo de Moisés, su esposo. Jetro aconsejó a Moisés que nombrara ayudantes para aliviar la carga de su trabajo (ver Exo. 18). Y Moisés aceptó el consejo. Este hecho disgustó mucho a María porque ella consideró que Moisés no los había consultado a ella y a Aarón. Y explotó: «¿Tú crees que Dios habla solo contigo? ¡Nosotros también somos líderes aquí!».
Muy bien: ¿De qué enfermedad estamos hablando? ¡Por supuesto, de la envidia! Es tan vieja como Lucifer, el primer envidioso. El que es atacado por este virus no se da cuenta de que lo tiene. Y el remedio (el agradecimiento) no se encuentra en la farmacia. ¿Cuánto marca el «envidiómetro» de tu vida en este momento? No puedes saberlo, pero por si las moscas, la vacuna está a tu disposición ahora mismo: dale gracias a Dios por lo que eres y por lo que tienes.
¡No envidiemos a nadie! Cuando envidiamos, le estamos diciendo a Dios que se equivocó al crearnos. Y Dios no se equivoca. Él tiene un plan para tu vida y la mía, y solo espera que hagamos nuestra parte para que ese plan se desarrolle en todos sus detalles.
Gracias, Señor, por crearme como un ser único y especial. Y gracias por tu plan para mi vida.
Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala
me pareció una meditacion muy importante para aprender a noo tener envidia hacia los demas
ResponderEliminares una matutina muy constructiva y al saber Q Dios no se equivoca al crearnos ... no hay porQ tener el síndrome de la envidia :)