Escrito está: «No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios» (Mateo 4:4).
¿Recuerdas esta declaración que contiene el versículo de hoy? Es tan conocida que muchos hasta la utilizan en forma burlona. Esas palabras cobran gran significado cuando las analizamos en el contexto en el que fueron pronunciadas originalmente; sobre todo al tomar en cuenta quién las expresó y las circunstancias en las que se encontraba. Ellas marcaron una decisión de gran trascendencia que propició tu salvación, la mía y la de toda la humanidad.
El plan de redención fue trazado de manera que cada parte debía ser del conocimiento del universo. Por ello al venir Jesús a cumplir con su misión cada suceso ocurrió en su momento y lugar, de acuerdo a lo que estaba escrito. En Belén nacería un salvador, de la descendencia de David y de una virgen. Todo eso estaba escrito y así se cumplió. Sin embargo, Jesús tuvo que tomar sus propias decisiones ante la insistente seducción de Satanás. Después de su bautismo, Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto y, tras haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, sintió hambre. Se le acercó el tentador y le dijo: «Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan» (Mat. 4:2-3). El diablo pretendía que, ante la necesidad apremiante de Jesús de satisfacer su hambre, tomara una decisión apresurada. Pero la decisión de Jesús no se basó en lo que él necesitaba, sino en lo que tú y yo necesitamos para acceder a la eternidad.
Jesús había elegido salvarnos, y la decisión de no escuchar al diablo fue trascendental. Al mantenerse alerta ante las insinuaciones de Satanás pudo decir: «Escrito está». Él tenía claro cuál era su identidad y el propósito que lo había llevado a venir a este mundo. Su misión era definitiva y conocía lo que debía hacer. Nada fue dejado a la casualidad, sino que Jesús se preparó para ello, y el ayuno fue parte de esa preparación.
¿Conoces, querida hermana, cuál es el plan que Dios tiene para ti? Permite que él te guíe, obedeciendo siempre todo aquello que «escrito está».
Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Coraduma Escobar de Villarreal
No hay comentarios:
Publicar un comentario