miércoles, 22 de agosto de 2012

¿LEÑA DEL ÁRBOL CAÍDO?


Un día, Jonatán, el hijo de Saúl, fue a ver a David en Mores, y a darle ánimo fortaleciendo su confianza en Dios. 1 Samuel 23:16.

Después de derrotar al gigante Goliat la popularidad de David no conoció límites. Y por supuesto, le sobraban los amigos.
¡Qué fácil es tener amigos cuando todo va bien! Y fue en su tiempo de grandeza, cuando Jonatán conoció a David. El hijo de Isaí acababa de derrotar a Goliat. Jonatán quedó tan admirado por el valor y la humildad de David que «se quitó la capa y la túnica que llevaba puestas, y se las dio a David, junto con su espada, su arco y su cinturón» (1 Sam. 18:4). Ese día «Jonatán y David se juraron eterna amistad» (vers. 3).
Sin embargo, la popularidad de David trajo consigo un problema: la envidia del rey Saúl. Lo peor era que la envidia de Saúl no era una envidia cualquiera. El rey no podía quitar de su mente las notas del cántico con que el pueblo había celebrado la victoria de David: «Mil hombres mató Saúl, y diez mil mató David» (vers. 8).
Ya conocemos la historia. La envidia de Saúl convirtió a David en un prófugo de la justicia, que tuvo que huir de un lugar a otro, escondiéndose en cuevas, para salvarse de la muerte. Atrás quedó la popularidad. Atrás quedó la multitud de amigos. Solo los fieles quedaron. ¿Se acordaría Jonatán del pacto de amistad que había sellado con David cuando todo eran aplausos?
Dice el relato bíblico que estando David en el desierto de Zif (1 Sam. 23:14), Jonatán fue a verlo. ¿Con qué fin? ¿Para hacer leña del árbol caído? No. Para darle ánimo y fortalecer su confianza en Dios (1 Sam. 23:16).
¡Qué gesto tan noble! Pudo enviarle un mensaje por escrito. Pudo conformarse con orar por él. En un tiempo en que ser amigo de David equivalía a ser enemigo del rey, Jonatán prefirió ir en persona hasta donde estaba su amigo para animarlo con palabras que solo un verdadero amigo puede expresar: «Tú llegarás a ser rey de Israel, y yo seré el segundo en importancia» (1 Sam. 23:17).
¡Qué acto tan noble! La amistad por encima de la corona.
Ayúdame, oh Dios a ser la clase de amigo que fue Jonatán para David

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

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