«Pero vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable» (1 Pedro 2:9).
Hace muchos años mi esposa y yo fuimos llamados para ser misioneros en el sur de Asia. Vivíamos en Pakistán. En aquel tiempo la sede de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en aquella región del mundo estaba en la India. Mientras estaba en una de las reuniones de la iglesia, sucedió algo que nunca podré olvidar. Como la asistencia era tan nutrida, se decidió que a los asistentes se les serviría la comida en unas largas mesas puestas en el exterior. Tenía el aspecto de una gran fiesta campestre.
Al lado de la zona de servicio había varios contenedores de basura de gran tamaño en los que, después de la comida, podíamos depositar los restos de nuestros platos y otros desperdicios. Cuando abandonábamos las mesas para regresar a la reunión, vi que la gente de la calle se acercaba a los contenedores de basura e introducían en ellos sus manos desnudas para sacar los restos de comida y comerlos allí mismo llevarlos a sus casas para dárselos a sus familias.
En esa misma región del mundo he visto personas que vivían junto a los basureros y obtenían su sustento andando sobre los montones de basura en busca de algo que, aunque hubiese sido desechado, fuera susceptible de ser vendido por unas pocas rupias.
¡Me avergüenza pensar en los alimentos y las otras cosas que tiramos! Cocinamos más de lo que podemos comer. Compramos más de lo que podemos usar. Ya no reparamos las cosas estropeadas; sencillamente, vamos y las compramos nuevas. Estoy convencido de que tengo que cuidar más lo que tengo y estar más agradecido por lo que Dios, en su bondad, me ha dado. ¿Y usted?
Muchos países cuentan con un día nacional de acción de gracias. Me temo que la familia media no aprovecha ese día para dar gracias a Dios por sus bendiciones. Por desgracia, esos días de acción de gracias se han convertido en un día nacional de asueto. Por lo general, comemos demasiado y nos sentimos tan culpables que tomamos la decisión de seguir una dieta para perder peso.
¿No cree usted que cada día tendría que ser de acción de gracias, y no de vez en cuando? Basado en Lucas 17:11-19.
Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill
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