«Dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo» (Efesios 5:20)
De regreso a casa, el hijo pródigo debió pensar: «Es demasiado bueno para ser cierto. No es posible que me esté sucediendo. ¿Dónde está la trampa? ¿Acaso estoy soñando?». Por esa razón, después de recibir a su hijo en privado, el padre llamó a los sirvientes y decretó una celebración pública para que a nadie le cupieran dudas de que su hijo había sido restaurado.
A veces el diablo nos susurra: «Tú no eres hijo de Dios». Entonces es preciso recordar el momento en que usted le entregó su corazón al Señor, dónde se encontraba, el amor y la aceptación que sintió en aquella ocasión, el gozo y cómo fue cambiado. El diablo no puede responder a este argumento, porque no puede hacerle creer que tales cosas no sucedieron.
Fuera lo que fuera que preocupaba al hijo, el padre lo había enmendado. Del mismo modo, nuestro Dios tiene una prueba de amor para nosotros en cada ocasión en que dudemos y desmayemos. Tul vez usted piense: «Aunque confiese mis pecados y pida a Dios su misericordia, he arruinado mi vida y he despilfarrado todo mi dinero». El Señor le dice: «Tienes el pan y el agua asegurados». «Si hasta he hecho que la enfermedad caiga sobre mí a causa de mis pecados», dice otro. «Yo soy Jehová-Rophi, el Señor que te sana, que perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus enfermedades». «Pero estoy tan desanimado...», dice otro. El Señor responde: «Te levantaré y haré provisión para todas tus necesidades. Nada bueno escatimaré a aquellos que andan en justicia». Todas las promesas del Libro pertenecen a todo pecador arrepentido que vuelve a Dios creyendo en Jesucristo, su Hijo.
«Jesús nos confirma que todo el ejército de los cielos se alistó para combatir por nosotros nuestras batallas, para conseguir para nosotros una gloriosa victoria y que él es el Capitán de nuestra salvación» (Elena G. de White, Review and Herald, 11 de octubre de 1892). Basado en Lucas 15:11-32.
Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill
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