Nada de lo que Dios ha creado puede esconderse de él; todo está claramente expuesto ante aquel a quien tenemos que rendir cuentas. Hebreos 4:13
¿Copiarías en un examen si de esa prueba dependiera tu graduación universitaria?
Hace años un equipo de investigadores condujo un estudio sobre la honestidad académica. Un total de trescientos alumnos universitarios seleccionados al azar respondieron, entre otras, a las siguientes preguntas:
Consideras incorrecto...
1. ¿Copiar en un examen las respuestas de otro alumno?
2. ¿Copiar un trabajo de un compañero de estudios?
3. ¿Copiar de un libro palabra por palabra sin dar crédito al autor?
Aproximadamente el noventa por ciento consideró que todas esas prácticas eran incorrectas. Hasta allí, todo bien. Pero la verdad de los hechos apareció más adelante en el cuestionario, cuando los investigadores introdujeron una ligera modificación a la misma pregunta: «¿Harías cualquiera de estas cosas si estuvieras seguro de que nunca serías descubierto?». Esta vez los resultados cambiaron por completo. Más de la mitad de los participantes respondió que copiarían si tuvieran la seguridad de que nunca serían descubiertos (Thomas Lickona, Educatingfor Character [Educación para el carácter], pp. 57, 58).
¿Por qué esta diferencia en los resultados? La segunda pregunta dio a los estudiantes la seguridad de que la conducta errónea jamás sería descubierta. Y esta información fue todo lo que algunos necesitaron para admitir que harían lo que antes habían calificado como incorrecto.
¿Tú qué piensas? ¿Qué se puede esperar de un joven que evite hacer lo malo Solo por el temor a ser descubierto?
Nuestro verdadero carácter se revela cuando nadie nos está viendo, porque es en privado, cuando nadie nos mira, cuando se revela lo que verdaderamente somos.
¿Hasta qué punto armoniza tu vida en privado con tu vida en público? Vive siempre como si estuvieras en la presencia de Dios. No existe mejor escudo contra la tentación, tal como lo expresa Elena G. de White: «Como escudo contra la tentación e inspiración para ser puros y sinceros, ninguna influencia puede igualar a la de la sensación de la presencia de Dios» (La educación, p. 231).
Señor, ayúdame a estar siempre consciente de tu presencia, no importa dónde yo esté ni cuales sean las circunstancias.
Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala
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