martes, 11 de septiembre de 2012

UN LLAMADO DE DIOS


Porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios. (Romanos11:29)

Desde pequeña había profesado la religión católica, al igual que mi familia.  Por eso nunca antes habla oído hablar de los adventistas del séptimo día, ni mucho menos imaginado que algún día sería miembro de esta iglesia.
Cuando cursaba el cuarto año de secundaria conocí a Antonio, una persona muy especial y un excelente amigo. Antonio Peña era en verdad excepcional, único, alegre, colaborador, muy responsable, en fin un gran compañero. Nos hicimos muy amigos y con el tiempo surgió entre nosotros un amor muy bello, tanto que hoy, después de veintidós años de conocernos, todavía estamos unidos en matrimonio.
Un día, antes de que nos casáramos, mi cuñada nos invitó a un ciclo de evangelización dirigido por el pastor Salim Japas, ya fallecido. Las reuniones me encantaron. Quedé fascinada con aquellas maravillosas verdades. Sin embargo, no abandonaba mis tradiciones. Me casé por la Iglesia Católica, pero unos meses después se iba acabando lo hermoso del matrimonio.
Mi esposo comenzó a asistir a una iglesia adventista, pues se consideraba ya uno de ellos. Eso nos trajo muchas peleas, hasta el punto en que pensamos separarnos. Yo le hacía la vida imposible, le rompía la Biblia, le escondía La fe de Jesús, no le tenía lista la ropa para el sábado; en fin, sin saberlo estaba siendo utilizada por el enemigo. Un día lo sorprendí al decirle que lo acompañaría a la iglesia (a curiosear, claro está). El pastor de la iglesia me saludó con mucho cariño, y los hermanos me trataron muy bien. Desde aquel día no he dejado de asistir a la iglesia. Hoy mi esposo, mis dos hijas y yo somos una familia ministerial más del campo de la Asociación Venezolana Central.
¿Sabes quién efectuó el cambio? Sí, Dios, al escuchar las oraciones de los hermanos de aquella iglesia, que nunca se dieron por vencidos. Fui muy tonta al luchar contra Dios y al no aceptar el llamado que me hacía. Él tiene una labor concreta para ti también. Permite que dirija tu vida y no te arrepentirás.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Ana de Jesús Da Rocha

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