En gran manera me gozaré en Jehová, mi alma se alegrará en mi
Dios; porque me vistió con vestiduras de salvación, me rodeó de manto de
justicia, como a novio me atavió, y como a novia adornada con sus joyas. Isaías
61:10.
Avelina era una mujer sencilla que amaba a Dios. Todos los días acudía a mi negocio de comida
y. para hablarme de Dios. Siempre me decía: «¡Socorrito, acérquese a Dios y él
la ayudará con sus problemas!». «¿Ayudarme? -decía yo-, si estoy sola y sin el
apoyo de un esposo; cuidando de cuatro hijos y con tantas responsabilidades
sobre mis hombros». No vislumbraba qué podría hacer para aspirar a un futuro
mejor.
Para superar mis dificultades busqué salidas falsas: me refugié en
las fiestas, en los amigos y en la diversión. Intentaba olvidarlo todo y era feliz
momentáneamente; aunque después me sentía más desdichada, sola y vacía que
antes. Además, aquel estilo de vida estaba fracturando la relación con mis
seres amados, propiciando una inevitable desintegración.
Yo amaba a mi familia, pero creía que trabajar me daba derecho a
vivir como quisiera. Por esa razón mis hijos buscaban la manera de abandonar la
casa. Así que un día, sintiéndome presionada por la incansable insistencia de
mi amiga Avelina, decidí acompañarla a su iglesia. Cuando recuerdo aquel día,
mi corazón se conmueve pensando en la forma en que todos cantaban en aquella
congregación. Eso fue algo que me impactó en gran manera, al punto de que ese
mismo día estuve dispuesta a entregarle mi vida a Jesús.
Jesús vino a llenar ese enorme vacío que había intentado ocupar
con cosas vanas. Él me dio el valor que no tenía, me dio seguridad, paz y
confianza. Hoy todos mis hijos, mis yernos y mis nietos servimos a Jesús,
utilizando los talentos que él nos ha dado para su causa. No solamente eso, sino
que Dios me ha dado el hermoso privilegio y la dicha de tener un hijo que es
pastor y que le sirve.
Querida amiga, quizá te sientas como yo me sentí un día: sola,
cansada y con una carga pesada. Si crees que nadie te ama y que no vale la pena
vivir, ¡ven a Jesús! Él es el camino, la verdad y la vida y te espera con los
brazos abiertos.
Tomado de
Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados
por Edilma de Balboa
Por Socorro Gutiérrez García
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