Y se ve claramente que ustedes son una carta escrita por Cristo mismo y entregada por nosotros. 2 Corintios 3:3
Hace poco leí un pensamiento que me hizo reflexionar. Decía: «Es probable que la única Biblia que la gente lea alguna vez seas tú». Por extensión, también podría decirse: «El único Jesús que la gente conocerá es el que muestras tú». Y si este es el caso, entonces la pregunta obligada es; ¿Cuánto del carácter de Cristo está leyendo la gente en la carta que soy yo?
Una simpática historia, narrada por Tony Campolo, ilustra muy bien esta gran verdad. El relato tiene como protagonista a un borracho llamado Joe. Nadie en su sano juicio le daba a Joe esperanza alguna de regeneración. Su vicio lo encadenaba, su aliento y sus ropas apestaban, su vocabulario ofendía. Hasta que un glorioso día Joe conoció a Cristo, y entonces todo cambió.
El nuevo Joe se ofreció para servir en la sede de la misión donde se había producido su conversión. Allí, con el mayor entusiasmo, realizaba cualquier trabajo que se necesitaba hacer: limpiaba baños, ayudaba a servir los alimentos, e incluso acostaba a dormir a quienes estaban tan embriagados que no podían con su propia humanidad.
Una tarde, cuando el director del centro presentaba su mensaje devocional a los marginados que regularmente acudían a la misión, un borrachito se adelantó. Ante la mirada de todos los presentes, se arrodilló ante el predicador y comenzó a orar en voz muy fuerte:
—¡Dios, hazme como Joe! ¡Dios, por favor hazme igual a Joe! Al escuchar estas palabras, y con la intención de corregirlo, el predicador se acercó al hombre y le susurró:
—Amigo, creo que debes decir: «Hazme como Jesús».
En ese momento el hombre levantó la mirada y, con expresión de duda, preguntó al predicador:
—¿Es Jesús como Joe? (en More Hot lllustrations for Youth Talks [Más ilustraciones actuales para charlas con jóvenes], pp. 114,115).
¿Qué leen a diario tus amigos, tus compañeros de estudio o de trabajo, en tus actos y palabras?
Si dependieran únicamente de tu testimonio para decidir si aceptan o no a Cristo, ¿cuál sería la probabilidad de que lo aceptaran?
Padre celestial, que mi vida demuestre hoy el poder transformador del evangelio de
Jesucristo.
Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala
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