No me pondré como meta nada en que haya perversidad. Salmo 101:3. NVI
¿Ya pensaste lo que quieres ser en la vida? ¿Y lo que quieres hacer? Es muy probable que lo hayas pensado pero no lo hayas escrito. Algunos le llaman a esto la declaración de misión personal: una lista de metas que expresan lo que uno se propone ser como persona, y los proyectos que desea emprender en la vida.
Todo parece indicar que el rey David tenía su lista de metas personales. Si lees el Salmo 101 descubrirás algunas de ellas. Por ejemplo:
- Quiero vivir con rectitud (vers. 2).
- Mi conducta será intachable aun en mi propio palacio (vers. 2).
- No pondré jamás la mira en propósitos perversos (vers. 3).
- Alejaré de mí los pensamientos impuros (vers. 4).
- Solo estará a mi servicio el que lleve una vida recta (vers. 6).
Interesante. ¿Notaste qué cualidad de carácter destaca el rey David en su lista?
La rectitud, tanto en la vida privada como en público. Sin duda, un deseo muy noble pero, ¿cómo se proponía David alcanzar este ideal? Creo que la clave está en el versículo 3. La versión Dios Habla Hoy dice: «No pondré jamás la mira en propósitos perversos». Y la versión Nueva Reina Valera 2000: «No pondré ante mis ojos cosa injusta».
Lo que el rey David está diciendo aquí es lo mismo que siglos más tarde escribieron otros y que ha confirmado la ciencia moderna: Si queremos actuar bien, tenemos que pensar bien. Pero si queremos pensar bien, tenemos que empezar por seleccionar bien el alimento de nuestra mente. O como lo expresó el apóstol Pablo, tenemos que pensar «en todo lo verdadero, en todo lo que es digno de respeto, en todo lo recto» (Fil. 4:8).
Lo contrario, por supuesto, también es cierto. Si ves lo malo, pensarás en lo malo, y será más fácil que hables y hagas lo malo. («De lo que abunda en el corazón, habla la boca», nos dice Mateo 12:34.) Por cierto, ¿te has fijado lo difícil que es sacar de la mente una imagen perversa o un pensamiento sucio? Es verdad que puedes toparte con esas imágenes sin estar buscándolas (en un puesto de ventas de revistas, al cambiar canales del televisor con el control remoto), pero recuerda que, en última instancia, tú decides lo que pondrás ante tus ojos.
Resuelve no poner ante tus ojos nada perverso. A fin de cuentas, en esta vida terminarás asemejándole a aquello que más amas, sea humo o malo.
Espíritu divino, capacítame para no poner ante mis ojos ninguna cosa perversa.
Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala
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