El ángel de Jehová acampa alrededor de los que lo temen y los defienden. (Salmos 34:7).
¡Buenos días, querida amiga! Dios ha decidido regalarte un día más de vida. Agradécele al Señor por esa bendición.
En una ocasión, cuando regresaba a casa del trabajo en autobús, oí una suave voz que me decía: «Saca los documentos de la billetera». Por un momento dudé si hacerlo o no, ¿por qué tendría que sacar los documentos de la billetera si siempre los llevo allí? Pero la voz insistió, así que obedecí. Al llegar a la parada me costó un poco de trabajo bajar, a causa de los muchos pasajeros que habían subido. Debía tomar otro autobús y, cuando busqué en mi billetera, me di cuenta de que me la habían robado. No lo podía creer. ¡Qué hermoso milagro! Con los documentos en mano le di gracias a mi Dios. Aunque perdí el dinero, no me importó, pues pude comprobar cómo el ángel del Señor acampa alrededor de sus hijos y los defiende.
«La Biblia nos muestra a Dios en su alto y santo puesto, no en estado de inacción, no en el silencio y la soledad, sino rodeado de millares de millares y millones de millones de seres santos, siempre a la espera de sus órdenes. Por medio de estos mensajeros permanece Dios en comunicación activa con todo su dominio. Por medio de su Espíritu está presente en todas partes. Mediante su espíritu y sus ángeles atiende y cuida a los hijos de los hombres» (El ministerio de curación, p. 325).
Mi querida amiga, es bueno creer que todo lo que Dios permite es para nuestro bien, aunque nuestro corazón en ocasiones pueda estar destrozado. Confía en que el Señor te ayudará en cualquier circunstancia que te toque enfrentar en la vida. Ten la plena seguridad de que su ángel irá hoy a tu lado y de que, aunque el enemigo esté ideando alguna trampa o dificultad para ti o tu familia, Dios se adelantará a defenderte.
Regocíjate, porque él puede ayudarte y lo hará. Presta atención, ¡puede ser que hoy Dios te hable al oído!
Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Fabiola Elizabeth Velásquez
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