«Por tanto, nosotros todos, mirando con el rostro descubierto y reflejando como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en su misma imagen, por la acción del Espíritu del Señor» (2 Corintios 3:18).
En muchas iglesias, el servicio de culto incluye una historia para los niños. Un fin de semana en que yo era el orador invitado, los hermanos me pidieron que me encargara de la historia infantil. Aunque no suelo hacerlo, esa vez accedí. Por fortuna, disponía de un día para prepararla.
Me resulta difícil saber qué decir a los niños, pero recordé una ilustración que había usado años antes, cuando todavía era nuevo en las lides del ministerio. Para la ilustración necesitaba dos objetos: un espejo y una esponja. El espejo y la esponja explican cómo funciona la vida cristiana.
Quizá le interese tomar alguna nota y así poder contar esta historia en su iglesia.
La esponja representa la vida. Las esponjas absorben los líquidos. Si derramamos agua en el suelo, usamos una para absorberla. La vida también es como un espejo. Para arreglamos el cabello nos ponemos delante de un espejo porque, si no, no podríamos ver lo que hacemos.
Aquí viene la relación de la esponja y el espejo con la vida cristiana. Nosotros somos como una esponja y absorbemos todo lo que nos rodea, tanto si es bueno como malo. En la medida en que nuestra cultura tenga más aspectos malos que buenos, tenemos que poner cuidado en no llenarnos con las cosas del mundo. Muchos cristianos no entienden por qué es tan difícil vivir una vida como la de Cristo. La razón es que ellos mismos se impregnan de las cosas del mundo en lugar de las de Cristo.
Del mismo modo, como el espejo, nosotros reflejamos lo que tenemos alrededor. Cuando nuestra vida se inclina hacia las cosas del mundo y no hacia las de Dios, ¿qué ven los demás? Verán que nos parecemos más al mundo que a Jesús.
Lo invito a hacer algo práctico. Ponga un espejo y una esponja en un lugar donde pueda verlos durante todo el día. Luego, cuando pase por delante, recuerde el mensaje que transmiten. Basado en Juan 15:4.
Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill
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