«¡Gloria a Dios en las alturas!» Lucas 2:14
«La Navidad es más que fiestas y regalos. Es compartir». Un buen amigo, el doctor Leo Acosta Palma, me escribió estas palabras hace ya algunos años. Y para ilustrar lo que quería decir, compartió conmigo el siguiente relato.
Un jovencito de apenas doce años llamado Norman había salido con su padre a hacer unas compras navideñas de última hora. Cansado de cargar paquetes y, además malhumorado, deseaba llegar pronto a su casa. Entonces se le acercó un mendigo. El aspecto del hombre era deprimente: se veía sucio y andrajoso. Y cuando estiró su mano pidiendo limosna, Norman se apartó de él bruscamente.
Cuando su padre observó la reacción del muchacho, le llamó la atención:
—Norman, es Nochebuena. No tienes que tratar así a este pobre hombre.
—¡Pero, papá! —replicó el jovencito—. Es solo un mendigo.
—Puede ser un mendigo —contestó el padre—, pero sigue siendo un hijo de Dios.
Luego el padre de Norman sacó un dólar de su billetera.
—Dale este dinero a ese hombre y dile que se lo das en nombre de Cristo.
—¡Papá, no puedo hacer eso! —protestó Norman.
—¡Ve y haz lo que te digo! —insistió el padre con firmeza.
Muy de mala gana, Norman fue hasta donde estaba el mendigo.
—Discúlpeme, señor —le dijo, con respeto—. Le doy este dinero en nombre de Cristo.
Sorprendido, el hombre miró primero el billete y luego fijó sus ojos en Norman. De pronto una sonrisa se dibujó en su rostro. Una sonrisa tan noble que por momentos ocultó la suciedad de su cara. Luego se quitó el sombrero y respondió:
—Pues en nombre de Cristo se lo agradezco, jovencito.
Cuenta Norman Vincent Peale, el jovencito de la historia, y quien llegó a ser un renombrado escritor, que al instante desaparecieron su cansancio y su malhumor. Incluso el ambiente pareció impregnarse de una cálida sensación de paz y armonía. ¿Qué había ocurrido? El milagro que se produce cada vez que miramos a otro ser humano como lo que es: un hijo de Dios. Es un milagro que se repite cada vez que brindamos amor y respeto en el nombre del Niño que nació para traer salvación aun al peor de los pecadores. De manera que, Navidad es... compartir el amor de Dios con todo el quise cruce en nuestro camino, tal como lo hizo Jesús cuando estuvo entre nosotros.
¿Puede haber mejor manera de celebrar el nacimiento del Niño?
Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala
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