Yo amo al Señor porque él escucha mi voz suplicante (Salmo 116:1).
Henry Feyerabend, evangelista adventista canadiense de radio y televisión en inglés y portugués, cuenta en su libro Born to Preach [Nacido para predicar] la siguiente historia:
«"Señor, tú has contestado mis oraciones antes", le dije al Señor mientras me arrodillaba en ferviente oración junto a mi cama. Había comenzado el curso escolar. Todo era nuevo y emocionante... Mi primo Don Neufeld y mi hermana Annamarie enseñaban en la misma institución. Todo parecía estar a mi favor, pero había algo que me faltaba. Algo que yo deseaba más que cualquier otra cosa.
»Cuando llegué al colegio supe que dos talentosos jóvenes, Gery Friesen y Elmer Koronko, querían formar un cuarteto musical masculino para cantar en un programa de radio local y en campañas de evangelización. Sentí que formar parte de aquel cuarteto sería el gozo supremo de mi estancia en un colegio cristiano. Pero había un problema: yo era nuevo, totalmente desconocido y, por lo tanto, un candidato muy improbable. Mi única esperanza radicaba en la intervención divina. Con esto en mente, me arrodillé al lado de mi cama: "Querido Padre que estás en los cielos, mi mayor alegría sería formar parte de ese cuarteto. Ojalá me lo pudieras conceder..."
»La puerta de la habitación se abrió de golpe, interrumpiendo mi oración. Ahí estaban de pie tres jóvenes, Gery Friesen, Elmer Koronko y Norman Matiko. "Discúlpanos por interrumpir tu oración. Estamos formando un cuarteto y queremos saber si te gustaría intentarlo, a ver si puedes ser el primer tenor", dijo Gery».
¡Qué emocionante! La respuesta fue inmediata, como la de Daniel cuando pidió la liberación del cautiverio babilónico en Daniel 9:21. Pero ahí no termina el relato, porque hubo muchos otros candidatos que hicieron la prueba. A la semana siguiente Henry vio a los tres jóvenes ensayar con otro primer tenor. Se fue a su cuarto y se arrodilló para orar: «Señor, tú sabes lo duro que es esto para mí. Ayúdame a soportar esta desilusión».
Otra vez se abrió la puerta de golpe y allí estaban los tres muchachos. «Parece que cada vez que venimos a tu cuarto estás orando», dijo Elmer Koronko. Habían ido a decirle que lo habían elegido para ser el primer tenor del cuarteto.
La oración es una de las armas más poderosas que tienes a tu alcance. ¡Úsala! Recuerda que vives en medio de una cruenta batalla y no te puedes permitir el lujo de salir desarmado a luchar.
Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
¿Sabías que..? Relatos y anécdotas para jóvenes
Por Félix H. Cortez
Henry Feyerabend, evangelista adventista canadiense de radio y televisión en inglés y portugués, cuenta en su libro Born to Preach [Nacido para predicar] la siguiente historia:
«"Señor, tú has contestado mis oraciones antes", le dije al Señor mientras me arrodillaba en ferviente oración junto a mi cama. Había comenzado el curso escolar. Todo era nuevo y emocionante... Mi primo Don Neufeld y mi hermana Annamarie enseñaban en la misma institución. Todo parecía estar a mi favor, pero había algo que me faltaba. Algo que yo deseaba más que cualquier otra cosa.
»Cuando llegué al colegio supe que dos talentosos jóvenes, Gery Friesen y Elmer Koronko, querían formar un cuarteto musical masculino para cantar en un programa de radio local y en campañas de evangelización. Sentí que formar parte de aquel cuarteto sería el gozo supremo de mi estancia en un colegio cristiano. Pero había un problema: yo era nuevo, totalmente desconocido y, por lo tanto, un candidato muy improbable. Mi única esperanza radicaba en la intervención divina. Con esto en mente, me arrodillé al lado de mi cama: "Querido Padre que estás en los cielos, mi mayor alegría sería formar parte de ese cuarteto. Ojalá me lo pudieras conceder..."
»La puerta de la habitación se abrió de golpe, interrumpiendo mi oración. Ahí estaban de pie tres jóvenes, Gery Friesen, Elmer Koronko y Norman Matiko. "Discúlpanos por interrumpir tu oración. Estamos formando un cuarteto y queremos saber si te gustaría intentarlo, a ver si puedes ser el primer tenor", dijo Gery».
¡Qué emocionante! La respuesta fue inmediata, como la de Daniel cuando pidió la liberación del cautiverio babilónico en Daniel 9:21. Pero ahí no termina el relato, porque hubo muchos otros candidatos que hicieron la prueba. A la semana siguiente Henry vio a los tres jóvenes ensayar con otro primer tenor. Se fue a su cuarto y se arrodilló para orar: «Señor, tú sabes lo duro que es esto para mí. Ayúdame a soportar esta desilusión».
Otra vez se abrió la puerta de golpe y allí estaban los tres muchachos. «Parece que cada vez que venimos a tu cuarto estás orando», dijo Elmer Koronko. Habían ido a decirle que lo habían elegido para ser el primer tenor del cuarteto.
La oración es una de las armas más poderosas que tienes a tu alcance. ¡Úsala! Recuerda que vives en medio de una cruenta batalla y no te puedes permitir el lujo de salir desarmado a luchar.
Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
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Por Félix H. Cortez
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