martes, 29 de enero de 2013

CUATROCIENTAS PALABRAS

No añadas nada a sus palabras, no sea que te reprenda y te exponga como a un mentiroso (Proverbios 30:6).

El 18 de marzo de 2010 recibí la carta oficial con que se me invitaba a escribir el libro que ahora tienes en tus manos. En la misma se me dieron algunas indicaciones importantes; entre ellas, no exceder las cuatrocientas cincuenta palabras de comentario en cada lectura, ni tener menos de cuatrocientas. Si tienes paciencia para contar, encontrarás que todos mis comentarios respetan estos límites (incluidos también fechas, títulos y versículos guía).
Quizá te preguntes cuál sería la diferencia si de vez en cuando se excediera el límite establecido, o no se alcanzara. Bueno, eso crearía problemas de diseño y edición; el libro no se vería tan bien, sería más caro y menos exitoso.
La precisión en lo que hacemos es importante. Antes de sentarme a escribir esta mañana asistí a una clase de mecánica del automóvil que la Universidad de Montemorelos, México, ofrece a algunos de sus estudiantes. El maestro explicó los pasos principales para desmontar y volver a ensamblar un motor. Lo que más me impresionó fue la importancia de la precisión al ajustarlo si deseamos que funcione bien. Las piezas deben quedar alineadas en un ángulo preciso y encajar perfectamente. Los tornillos y las tuercas deben apretarse con una presión específica que es diferente, dependiendo de qué función realizan las piezas del motor. Si el mecánico piensa que un poco de imprecisión aquí o allá no importa, se notará en el funcionamiento del motor. Este tendrá poca potencia, quizá ni siquiera arranque o, peor aún, se podría dañar.
Los escribas que copiaban los manuscritos de la Biblia también tenían que ser precisos. Teodoro el Estudita (monje bizantino que vivió entre los siglos XVIII y XIX de nuestra era) registró las reglas que regían su Scriptorium: pan y agua al que se interesara tanto en el tema que dejara de escribir, ciento treinta penitencias por entregar pergaminos desordenados y sucios, cincuenta penitencias por tomar el material para escribir de un compañero, cincuenta penitencias por preparar más cola de la que se necesita usar en una sesión, treinta penitencias por quebrar una pluma. ¿Has pensado cuánto debemos a los escribas que nos transmitieron la Biblia con precisión?
Dios nos dio Diez Mandamientos que debemos obedecer con precisión si queremos que nuestra vida vaya bien. Si no somos precisos, se notará en el fracaso de nuestras familias, de nuestros trabajos y finalmente, de nuestra vida. Cuando emprendas tus actividades toma la decisión de hacer las cosas bien. Alguien dijo que las cosas deben hacerse rápidamente y bien; es una virtud que te traerá grandes dividendos en la vida.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
¿Sabías que..? Relatos y anécdotas para jóvenes
Por Félix H. Cortez

No hay comentarios:

Publicar un comentario