Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad. 2 Timoteo 2:15.
La Biblia contiene un sistema simple y completo de teología y filosofía. Es el libro que nos hace sabios para salvación. Nos dice cómo alcanzar la morada de eterna felicidad. Nos cuenta del amor de Dios según fue mostrado en el plan de redención, e imparte el conocimiento esencial para todos: el conocimiento de Cristo. Él es el Enviado de Dios; él es el Autor de nuestra salvación. Pero aparte de la palabra de Dios, no podríamos tener conocimiento de que tal persona como el Señor Jesucristo visitara alguna vez nuestro mundo, ni conocimiento de su divinidad, como lo indicó su existencia previa con el Padre.
La Biblia no fue escrita para el erudito solamente; al contrario, fue diseñada para la gente común. Las grandes verdades necesarias para nuestra salvación son hechas tan claras como el mediodía, y nadie errará ni perderá su camino excepto aquellos que siguen su propio criterio en lugar de la voluntad de Dios claramente revelada.
La Palabra de Dios golpea cada rasgo equivocado de carácter, y moldea a la persona total, interna y externamente, abatiendo el orgullo y la exaltación propia, llevando a tal persona a traer el espíritu de Cristo a los deberes pequeños tanto como a los grandes deberes de la vida. Nos enseña a todos a ser invariables en nuestra lealtad a la justicia y la pureza, y a la misma vez a ser siempre corteses y compasivos.
La apreciación de la Biblia aumenta con su estudio. Sea cual fuere la dirección que tome el estudiante, la infinita sabiduría y amor de Dios son desplegados. A todos los que son genuinamente convertidos, la Palabra de Dios es el gozo y la consolación de la vida. El Espíritu de Dios les habla, y su corazón se transforma en un jardín regado...
Ningún conocimiento es tan firme, tan consistente, tan abarcante como el que se obtiene del estudio de la Palabra de Dios. Si no hubiera ningún otro libro en todo el mundo, la Palabra de Dios, vivida mediante la gracia de Cristo, haría al hombre perfecto en este mundo, con un carácter apto para la vida futura, inmortal. Los que estudian la Palabra, recibiéndola por fe como la verdad, y recibiéndola en el carácter, serán completos en Aquel que es todo en todos. Gracias a Dios por las posibilidades que ofrece a la humanidad.— Review and Herald, 11 de junio de 1908; parcialmente en En lugares celestiales, p. 135.
Tomado de Meditaciones Matutinas para adultos
Desde el Corazón
Por Elena G. de White
La Biblia contiene un sistema simple y completo de teología y filosofía. Es el libro que nos hace sabios para salvación. Nos dice cómo alcanzar la morada de eterna felicidad. Nos cuenta del amor de Dios según fue mostrado en el plan de redención, e imparte el conocimiento esencial para todos: el conocimiento de Cristo. Él es el Enviado de Dios; él es el Autor de nuestra salvación. Pero aparte de la palabra de Dios, no podríamos tener conocimiento de que tal persona como el Señor Jesucristo visitara alguna vez nuestro mundo, ni conocimiento de su divinidad, como lo indicó su existencia previa con el Padre.
La Biblia no fue escrita para el erudito solamente; al contrario, fue diseñada para la gente común. Las grandes verdades necesarias para nuestra salvación son hechas tan claras como el mediodía, y nadie errará ni perderá su camino excepto aquellos que siguen su propio criterio en lugar de la voluntad de Dios claramente revelada.
La Palabra de Dios golpea cada rasgo equivocado de carácter, y moldea a la persona total, interna y externamente, abatiendo el orgullo y la exaltación propia, llevando a tal persona a traer el espíritu de Cristo a los deberes pequeños tanto como a los grandes deberes de la vida. Nos enseña a todos a ser invariables en nuestra lealtad a la justicia y la pureza, y a la misma vez a ser siempre corteses y compasivos.
La apreciación de la Biblia aumenta con su estudio. Sea cual fuere la dirección que tome el estudiante, la infinita sabiduría y amor de Dios son desplegados. A todos los que son genuinamente convertidos, la Palabra de Dios es el gozo y la consolación de la vida. El Espíritu de Dios les habla, y su corazón se transforma en un jardín regado...
Ningún conocimiento es tan firme, tan consistente, tan abarcante como el que se obtiene del estudio de la Palabra de Dios. Si no hubiera ningún otro libro en todo el mundo, la Palabra de Dios, vivida mediante la gracia de Cristo, haría al hombre perfecto en este mundo, con un carácter apto para la vida futura, inmortal. Los que estudian la Palabra, recibiéndola por fe como la verdad, y recibiéndola en el carácter, serán completos en Aquel que es todo en todos. Gracias a Dios por las posibilidades que ofrece a la humanidad.— Review and Herald, 11 de junio de 1908; parcialmente en En lugares celestiales, p. 135.
Tomado de Meditaciones Matutinas para adultos
Desde el Corazón
Por Elena G. de White
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