viernes, 15 de febrero de 2013

UNIDOS CON NUESTRO HACEDOR


El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo. 1 Juan 2:6.

Si queremos heredar la vida eterna, tenemos que realizar una gran obra. Debemos negar la impiedad y las concupiscencias mundanas, y vivir una vida de justicia. Muchos enseñan que lo único necesario para la salvación es creer en Jesús. Pero, ¿qué dice la Palabra de verdad? "La fe sin obras está muerta" (Sant. 2:26). Hemos de pelear "la buena batalla de la fe", echar "mano de la vida eterna", tomar la cruz, negarnos a nosotros mismos, luchar contra la carne y seguir diariamente en las pisadas del Redentor. No hay salvación para nosotros fuera de Jesús, porque mediante la fe en él recibimos poder para ser hijos e hijas de Dios. Pero no se trata de una fe pasajera, sino que es una fe que hace las obras de Cristo...
La fe viva se manifiesta mostrando un espíritu de sacrificio y devoción hacia la causa de Dios. Los que la poseen están bajo el estandarte del Príncipe Emanuel, y luchan exitosamente contra los poderes de las tinieblas...
La fe genuina en Cristo conduce a la negación del yo, pero por elevada que sea la profesión, si el yo es exaltado y consentido, la fe de Jesús no está en el corazón. Los verdaderos cristianos manifiestan mediante una vida de consagración diaria que han sido comprados con precio y que no son suyos...
Quienquiera que tome la posición de que no significa nada si guardamos o no los mandamientos de Dios, no conoce a Cristo. Es un error fatal pensar que no hay nada que usted debe hacer para obtener la salvación. Usted ha de cooperar con los seres celestiales...
Los que están relacionados con Jesús están en unión con el Hacedor y Sustentador de todas las cosas. Tienen un poder que el mundo no puede darles ni quitarles. Pero aunque se les dan privilegios grandes y señalados, no deben únicamente gozarse en esas bendiciones. Como mayordomos de la multiforme gracia de Dios, deben convertirse en bendiciones para otros... Somos guardas de nuestro hermano. Cristo "se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras" (Tito 2:14). Y esa fe que cumple este celo en nosotros es la única fe genuina. Si la rama está conectada a la Vid verdadera, su unión se hace manifiesta por el fruto que aparece, porque "por los frutos los conoceréis" (Mat. 7:16).— Review and Herald, 6 de marzo de 1888; parcialmente en A fin de conocerle, pp. 117, 127, 318.

Tomado de Meditaciones Matutinas para adultos
Desde el Corazón
Por Elena G. de White

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