lunes, 8 de abril de 2013

OIDORES DEL BUEN TERRENO

Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno. Mateo 13:8.

Cuan animador resulta que el sembrador no siempre enfrenta un chasco. A veces la semilla es recibida por corazones honestos. Los oidores comprenden la verdad y no resisten al Espíritu Santo ni se niegan a recibir la impresión de la verdad en su corazón... Reciben la verdad en el corazón y se cumple su obra transformadora sobre el carácter. No son capaces de cambiar sus propios corazones, pero el Espíritu Santo, por medio de su obediencia a la verdad, santifica el alma.
El buen corazón no significa un corazón sin pecado, porque el evangelio ha de predicarse a los perdidos. Jesús dice: "No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento" (Mat. 9:13). Los pecadores convencidos se ven a sí mismos como transgresores en el gran espejo moral, la santa ley de Dios. Contemplan al Salvador sobre la cruz del Calvario y preguntan por qué se hizo este gran sacrificio; y la cruz señala la santa ley de Dios, que ha sido transgredida. Aquel que era igual con Dios ofreció su vida en el Calvario para salvar al transgresor de la ruina... La ley no tiene poder para perdonar al que hace el mal; pero Jesús ha tomado los pecados del transgresor sobre sí, y según el pecador ejerce fe en él como el sacrificio, Cristo le imputa su propia justicia al culpable. No ha existido más que una forma de salvación desde los días de Adán. "No hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos" (Hech. 4:12). No tenemos razón de temer si estamos mirando a Jesús, creyendo que él es capaz de salvar a todos los que vienen a él.
Como resultado de una fe activa en Cristo somos traídos a una guerra moral con el mundo, la carne y el diablo. Si emprendemos esta guerra con nuestra propia sabiduría, nuestra habilidad humana, ciertamente seremos vencidos; pero si ejercemos fe viviente en Jesús y practicamos la piedad, entenderemos lo que significa ser santificados a través de la verdad, y no seremos vencidos en el conflicto, porque los ángeles celestiales acampan a nuestro alrededor. Cristo es el capitán de nuestra salvación. Él es quien fortalece a sus seguidores para el conflicto moral que se han comprometido a emprender...
Quienes abren las Escrituras y se alimentan del maná celestial llegan a ser participantes de la naturaleza divina. No tienen vida ni experiencia aparte de Cristo... Saben que en carácter deben ser como Aquel de quien Dios se siente complacido. Review and Herald, 28 de junio de 1892).

Tomado de Meditaciones Matutinas para adultos
Desde el Corazón
Por Elena G. de White

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