martes, 23 de abril de 2013

¿POR QUÉ ES TAN DIFÍCIL SONREÍR?

La angustia abate el corazón del hombre, pero una palabra amable lo alegra (Proverbios 12:25).

Te has preguntado alguna vez por qué sonreír con naturalidad es tan difícil cuando alguien te lo pide? La sonrisa es una de las acciones más naturales del ser humano. Cuando te encuentras con una persona a la que amas o que le da mucho gusto ver, tu rostro se ilumina sin esfuerzo alguno con una sonrisa maravillosa y perfectamente natural. Si alguien tiene la fortuna o el tino de tomarte una fotografía en ese momento, tu rostro se verá realmente atractivo. ¿Qué pasa, sin embargo, cuando alguien te pide que sonrías? En estos casos tu sonrisa suele aparecer forzada y diferente; es decir, poco natural. Paradójicamente, este acto tan natural es muy difícil de producir a demanda. ¿Por qué?
Los neurólogos nos dicen que la razón es muy simple. Estos dos tipos de sonrisa se originan en regiones diferentes de nuestro cerebro y solo uno de ellos tiene un circuito especializado en sonrisas. La sonrisa espontánea se produce en el ganglio basal, que es un racimo de células que se encuentra entre la corteza superior del cerebro y el tálamo. La sonrisa a demanda se coordina en la corteza motora, en la parte frontal del cerebro que se dedica a coordinar movimientos voluntarios especializados, como peinarse o tocar el piano. El problema es que sonreír es un acto realmente complejo. Requiere una orquestación cuidadosa de docenas de pequeños músculos faciales en la secuencia correcta. Es tan complejo como querer tocar una pieza de Rajmáninov sin haber tomado lecciones de piano. No es de extrañar, entonces, que fracásemos miserablemente cuando alguien nos pide que sonriamos para una foto.
Esto nos ayuda, por ejemplo, a explicar por qué para algunos la religión es un asunto tan natural y simple mientras que para otros es extraordinariamente complejo. La razón es que las dos formas de vivir la religión se originan en lugares diferentes de nuestro ser y solo uno de ellos tiene los elementos necesarios para producirla. Toda religión verdadera, toda obediencia genuina, proviene del corazón. Es una respuesta de amor al amor sorprendente y admirable de Dios. Este amor produce una obediencia natural e irradia un gozo genuino. La religión que no proviene del corazón, sin embargo, es tan poco natural como cuando te piden que sonrías a la cámara.
Si la religión se te complica un poco, el problema no está en tu fuerza de voluntad, sino en tu corazón. Hoy dile sí al amor de Dios.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
¿Sabías que..? Relatos y anécdotas para jóvenes
Por Félix H. Cortez

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