martes, 23 de abril de 2013

CUANDO SE DISPARAN LAS ALARMAS

Más vale habitar en un rincón de la azotea que compartir el techo con mujer pendenciera. [...] Más vale habitar en el desierto que con mujer pendenciera y de mal genio. Proverbios 21:9,19.

La ira es una de las emociones negativas que más daño puede causar. Algunos pretenden justificar sus arranques de ira diciendo que lo que la hizo detonar estaba justificado. Tal resulta el caso de una mujer que en la fila del supermercado siente atropellados sus derechos cuando otra clienta toma un lugar antes que ella, aunque haya llegado después. Este mero hecho es suficiente para que una persona aparentemente tranquila se levante en cólera y, sin importar la presencia de otros, insulte y agreda sin pensar en las consecuencias.
Cuando alguna circunstancia tan frecuente como la que acabo de describir nos hace perder la tranquilidad y la cordura y altera nuestro ánimo, estamos en peligro. La ira incontrolada puede causar daños severos a nuestra salud y no solamente eso, la tranquilidad y el ánimo de los que nos rodean también se verán afectados. Por si fuera poco, perderemos la admiración y el respeto de nuestros seres queridos y quizás nuestra propia autoestima quede seriamente dañada.
Las demandas y presiones del hogar, que son muchas, pueden hacer que la madre y esposa llegue a manifestar estados de ánimo cargados de ira explosiva. La madre que se siente impotente ante el llanto de un bebé y en consecuencia lo trata con agresividad y le grita, puede estar al borde de cometer un delito mayor sin darse cuenta.
Cuando nuestra ira se desborda, corremos el riesgo de volvernos violentos, por eso es tan vital que desarrollemos estrategias para deshacernos de ella lo más pronto posible. El apóstol Pablo advirtió: «Si se enojan, no pequen» (Efe. 4:26). Lo que significa que, como toda emoción, no estamos exentas de experimentarla. Pero se convierte en un pecado cuando nos acostumbramos a ella y es el único recurso que usamos para expresar los desacuerdos.
Amiga, si tus relaciones con los demás se deterioran por tu propensión al enojo y a la furia, clama al Señor para que dulcifique tu carácter y lucha con fuerza denodada para no sucumbir ante ella. ¡Dios responderá tu oración!

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado

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