sábado, 6 de abril de 2013

SUEÑOS ROTOS

Durante todos los días de tu vida, nadie será capaz de enfrentarse a ti. Josué 1:5

Seguramente todas nosotras atesoramos, en lo más profundo de nuestro corazón y nuestra mente, sueños y anhelos que esperamos hacer realidad tarde o temprano. Estos sueños y anhelos son legítimos, y Dios se complace en que los tengamos; es más, está siempre dispuesto a ayudarnos a hacerlos realidad. No olvidemos que Dios nos hizo para lo alto, lo superior.
Nuestros sueños en relación al éxito profesional, a formar algún día nuestra propia familia, al anhelo de alcanzar conocimiento por medio de un determinado grado de estudio, todos son deseos buenos y loables. Sin embargo, algunos estudios demuestran que casi la mayoría de la gente ve el setenta por ciento de sus sueños truncados.
Que un sueño no llegue nunca a cumplirse puede ser resultado de que hayamos sufrido alguna enfermedad o un revés financiero, de que hayamos hecho un uso incorrecto de los recursos que Dios nos ha concedido, o puede deberse simplemente a la falta de tenacidad para vencer los obstáculos que se presentan en el camino de la vida.
Amiga, no importa en qué etapa de la vida te encuentres, nunca es tarde para alcanzar los sueños, ni siquiera para resucitar aquellos que parecen muertos o agonizantes. Muchas de las trabas o trampas que nos impiden seguir adelante se encuentran dentro de nosotras mismas. Desechemos algunas falsas argumentaciones que nos presenta el mundo y que nosotras nos creemos y nos repetimos mediante frases como «No puedo», «No tengo dinero», «Soy demasiado mayor». «Se acabaron las oportunidades para mí», etcétera. Todos estos pueden ser meramente pretextos para abandonar la lucha de la vida.
Los sueños se pueden aplazar, pero nunca dejar morir. Por supuesto, debemos dejar que los sueños «aterricen» sobre plataformas firmes, seguras y realistas. Recuerda que Dios nos ha dotado de capacidades físicas, emocionales y espirituales, y sobre ellas podemos y debemos construir nuestros sueños.
No vivas este día pensando que estás cada vez más lejos del cumplimiento de tus anhelos. Lo único que necesitas es un plan de acción bien definido y echar mano con toda tu fe de la ayuda divina. El Señor te dice hoy: «Tal como le prometí a Moisés, yo les entregaré a ustedes todo lugar que toquen sus pies. [...] Solo te pido que tengas mucho valor y firmeza para obedecer toda la ley que mi siervo Moisés te mandó» (Jos. 1:3,7). 

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado

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