Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar. Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad. Juan 16:12,13.
El Señor Jesús tenía verdades preciosas para revelarles a sus discípulos, pero no podía explicárselas hasta que ellos estuvieran en una condición de comprender el significado de lo que él deseaba enseñarles...
Aunque él reveló cosas grandes y maravillosas a las mentes de sus discípulos, dejó mucho sin decirles que ellos no habrían comprendido. En su última reunión con ellos antes de su muerte, les dijo: "Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar"... Las ideas mundanas, los asuntos temporales, ocupaban un lugar tan grande en su mente que no podían entender la naturaleza exaltada, el carácter santo de su reino, aunque él lo expusiera claramente ante ellos. Por causa de su interpretación anterior y errónea de las profecías, debido a las costumbres y tradiciones humanas presentadas e impulsadas por los sacerdotes, sus mentes se habían confundido y endurecido contra la verdad.
¿Qué es lo que Cristo retuvo porque no podían comprenderlo? Las verdades más espirituales y gloriosas concernientes al plan de redención. Las palabras de Cristo, que el Consolador traería nuevamente a sus mentes después de su ascensión, los condujeron a un pensamiento más concienzudo y una oración más ferviente que los ayudara a comprender sus palabras y darlas al mundo. Solo el Espíritu Santo podía habilitarlos para apreciar el significado del plan de redención. Las lecciones de Cristo, llegadas al mundo por medio del testimonio inspirado de los discípulos, tienen un significado y un valor mucho mayores que lo que les otorga el lector casual de las Escrituras. Cristo buscaba simplificar sus lecciones por medio de ilustraciones y parábolas. Habló de las verdades da la Biblia como de un tesoro oculto en un campo, que cuando un hombre lo encuentra, va y vende todo lo que tiene y compra el terreno. El describió las gemas de la verdad, no como que se encuentran directamente en la superficie, sino sepultadas en lo profundo de la tierra; tesoros ocultos que deben buscarse. Debemos cavar en busca de las preciosas joyas de la verdad, como un hombre cavaría en una mina.
Al presentar la verdad a otros, debemos seguir el ejemplo de Jesús. Review and Herald, 14 de octubre de 1890.
Tomado de Meditaciones Matutinas para adultos
Desde el Corazón
Por Elena G. de White
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