sábado, 20 de abril de 2013

UN BOLETO AL CIELO

Jesucristo es «la piedra que desecharon ustedes los constructores, y que ha llegado a ser la piedra angular». De hecho, en ningún otro hay salvación, porque no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres mediante el cual podamos ser salvos. Hechos 4:11-12.

Una de las cosas más frustrantes que me ha pasado en la vida es llegar al mostrador de una aerolínea en un aeropuerto para hacer efectiva una reserva y, a pesar de tener mi boleto en la mano, tener que oír cómo el dependiente me dice que no estoy en la lista de pasajeros del avión. ¿Te ha pasado alguna vez?
Para mí fue una experiencia realmente horrible, sobre todo porque teníamos la seguridad de que nada estropearía nuestra llegada a destino. Por un momento una solo ve barreras, las puertas parecen cerrarse, y no se sabe qué hacer.
Lo mismo sucederá a muchos en su viaje al cielo; pensarán que ya tienen el pase o el boleto para llegar allá, pero se llevarán un gran chasco cuando comprueben que el boleto obtenido no es válido y que no podrán llegar a su destino. Hicieron la reserva equivocada, y se confiaron en exceso.
Son muchas las iglesias, doctrinas y filosofías que prometen llevarnos hasta Dios. Nos aseguran que la travesía por el mundo será fácil, placentera y segura hasta que lleguemos al cielo. Desgraciadamente, muchas personas serán seducidas por estos planteamientos y caerán en la trampa. Cuando creen tener todo listo para la vida eterna, resulta que están obteniendo un boleto no válido.
El único boleto seguro para viajar al cielo es el que obtenemos cuando nos apropiamos de la sangre de Cristo vertida en la cruz, y por fe rendimos nuestra vida a sus pies para que él nos indique el camino. Cuando hagas tu reserva para el destino final de tu vida, no olvides estos requisitos.
La seducción satánica toca con bastante insistencia la conciencia de nosotras, las mujeres. Esta seducción consiste en llevarnos por caminos incorrectos, pero que a simple vista parecen rectos, buenos y seguros. Jesús, por medio de su Palabra, nos advierte: «Yo soy el camino, la verdad y la vida [...]. Nadie llega al Padre sino por mí» (Juan 14: 6).
Amiga, revisemos cada día la senda por donde transitamos, apliquemos con determinación un «así dice el Señor» a cada decisión que tomemos, teniendo en cuenta que no solamente nos afectarán a nosotras, sino también a los que vienen detrás.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado

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