sábado, 4 de mayo de 2013

EL MANDAMIENTO FUNDAMENTAL

Así quedaron terminados los cielos y la tierra, y todo lo que hay en ellos. Al llegar el séptimo día. Dios descansó porque había terminado la obra que había emprendido. Dios bendijo el séptimo día, y lo santificó, porque en ese día descansó de toda su obra creadora (Génesis 2:1-3).

¿Has tenido problemas para guardar el sábado? ¿Alguna vez has escuchado a uno de tus amigos referirse al sábado como una carga? ¿Consideras que el sábado es el mejor día de la semana?
Para muchos jóvenes el sábado consiste en una lista de actividades prohibidas: no pueden comprar o vender, ni ver programas de televisión. Tampoco pueden salir a jugar con sus amigos. En fin, la lista es larga. En el pasado, los líderes de la religión judía impusieron treinta y nueve reglas al día del Señor. ¿Te imaginas? Con eso, lograron desvirtuar el sentido del mandamiento. Para cuando Jesús vino a este mundo, mucha gente había perdido el significado original del precepto, de modo que el Señor intentó devolvérselo. Fue así como el Señor llevó a cabo la mayoría de sus milagros justamente en día sábado, para así recordar al pueblo que ese día evocaba la libertad del pecado y la sanidad divina. No obstante, fue considerado por varios líderes judíos como un transgresor del sábado.
¿Te das cuenta? Las confusiones en torno a la observancia del cuarto mandamiento no son nuevas; en realidad, han existido desde hace mucho tiempo.
La verdad es que Dios está interesado no tanto en lo que no haces, sino en lo que haces en sábado. Para muchos jóvenes, guardar el sábado es no participar de ciertas actividades, como trabajar, comprar o ver la televisión. Sin embargo, eso no es lo fundamental. Lo importante del mandamiento es lo que tú haces. ¿Y qué es lo que Dios nos ha pedido? La Biblia dice en Éxodo 20:8 que el sábado es para adorar. En realidad, eso es lo que Dios nos está pidiendo. Por lo tanto, hemos de concentrarnos en la adoración.
Eso significa que ese día nada debe distraernos de la adoración al Padre celestial: ni el trabajo ni las actividades escolares ni nuestros asuntos personales. Sin embargo, si no te concentras en la adoración y únicamente te preocupas por las normas que se han establecido en torno al mandamiento, pronto perderás el significado del sábado, como le sucedió al pueblo de Israel. Entonces posiblemente se convierta en una carga para tu experiencia espiritual.
Cada sábado que asistas a la iglesia, asegúrate de que adoras al Señor con todas tus fuerzas. No regreses a tu hogar sin la seguridad de haberlo adorado en la hermosura de la santidad.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
¿Sabías que..? Relatos y anécdotas para jóvenes
Por Félix H. Cortez

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