¡Cuidado! No se dejen seducir. No se descarríen ni adoren a otros dioses, ni se inclinen ante ellos. Deuteronomio 11:16.
Hace algunas décadas John Lennon, líder de la reconocida banda de música pop Los Beatles, aseguró durante una conferencia de prensa que era más famoso que Jesucristo. Tal declaración surgió, seguramente, de la influencia que ejerció sobre su mente el hecho de ver cómo miles y miles de jóvenes estaban dispuestos casi a morir por él. Sus canciones las tarareaban millones de chicos y chicas en todo el mundo; el estilo de vestir y peinarse de Lennon y sus compañeros llegaron a ser ley para los adolescentes que vivieron en aquella época, y su desfachatez para vivir en medio de adicciones pasó a ser parte del estilo de vida de muchos, especialmente los más jóvenes.
Es posible que esto nos parezca descabellado e irreverente, y lo es; pero lo que me parece más insólito aún es el hecho de que hoy todavía miles de seres humanos continúan colocando a sus dioses sobre el único Dios verdadero, Cristo Jesús.
Esto revela a todas luces la superficialidad que los seres humanos hemos dado a nuestra relación con lo supremo, lo divino y lo sagrado, todos ellos atributos de Dios. Con cuánta facilidad deponemos nuestra adoración a Dios para caer rendidos a los pies de dioses ajenos. El dinero, la moda, la música, la comida, el esposo o la esposa, el trabajo, las diversiones, los negocios turbios, son algunas cosas que solemos poner antes que a Dios. Para casos como esos, la Biblia dice: «Si llegas a olvidar al Señor tu Dios, y sigues a otros dioses para adorarlos e inclinarte ante ellos, testifico hoy en contra tuya que ciertamente serás destruido» (Deut. 8:19).
Una buena pregunta para comenzar este día sería: «¿Es Dios supremo y soberano en mi vida?». También conviene preguntarse: «¿A cuánto estoy dispuesta a renunciar por ir en pos de mi Señor? ¿Mis pensamientos y mis palabras honran a Dios? ¿Me deleito en su compañía cada vez que me inclino ante su majestad en oración? ¿Estoy agradecida por el sacrificio de Jesús en la cruz del Calvario, garantía de mi salvación?».
Amiga, si hay otros dioses en tu vida, sácalos, deséchalos, elimínalos, destrúyelos y entroniza a Cristo. No hay placer más grande que ser su súbdito. ¡Compruébalo!
Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado
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