Para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu. Efesios 3:16.
Nuestro Salvador representa sus requisitos como un yugo y que la vida cristiana equivale a llevar cargas. Pero al contrastarlos con el poder cruel de Satanás y la carga que el pecado impone, él declara: "Mi yugo es fácil, y ligera mi carga" (Mat. 11:30).
Cuando intentamos vivir la vida de un cristiano, llevar sus responsabilidades y cumplir sus deberes sin Cristo como ayudador, el yugo es abrumador y la carga intolerablemente pesada. Pero Jesús no desea que hagamos esto. Él invita al cansado y cargado: "Venid a mí... y yo os haré descansar... Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas" (Mat. 11:28-29). Aquí se revela el secreto del descanso que Cristo promete darnos. Debemos poseer su sencillez de espíritu, y hallaremos paz en él.
Muchos profesan venir a Cristo a la vez que se aferran a sus propios caminos, que son un yugo doloroso. El egoísmo, el amor al mundo u otro pecado acariciado destruyen su paz y gozo. Mi compañero cristiano... recuerde que usted se encuentra al servicio de Cristo. Sea cual fuere su carga o cruz, levántela en el nombre de Jesús; llévela con su poder. Él declara que su yugo es fácil y ligera su carga, y yo le creo. Yo he comprobado que sus palabras son verdad.
Quienes son inquietos, impacientes; [quienes están] insatisfechos bajo el peso de la preocupación y la responsabilidad, intentan llevar su carga sin la ayuda de Jesús. Si él estuviese a su lado, la luz del sol de su presencia esfumaría toda nube, la ayuda de su brazo fuerte haría liviana toda carga...
Nos cargamos a nosotros mismos con preocupaciones innecesarias y ansiedades y nos abrumamos con pesadas cargas porque no aprendemos de Jesús... Los verdaderos seguidores de Jesús no son como el mundo en palabras, obras y conducta. Oh, ¿por qué no lo siguen plenamente todos sus profesos hijos? ¿Por qué han de llevar cargas que él no les ha impuesto?...
En cada acción de la vida, los cristianos deben intentar representar a Cristo, hacer que su servicio parezca atractivo... Dejad que las gracias del Espíritu sean manifestadas en bondad, mansedumbre, paciencia, alegría y amor...
El amor a Jesús será visto, será sentido. No puede ocultarse. Ejerce un poder maravilloso. Hace que el tímido sea atrevido, el perezoso diligente, el ignorante sabio... El amor a Cristo no se desanimará por la tribulación ni se apartará del deber por los reproches.— Review and Herald, 29 de noviembre de 1887.
Tomado de Meditaciones Matutinas para adultos
Desde el Corazón
Por Elena G. de White
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