Pues un testamento solo adquiere validez cuando el testador muere, y no entra en vigor mientras vive (Hebreos 9:17).
En el año 2007 se produjo un frenesí mediático que durante varias semanas captó la atención de la prensa sensacionalista y dominó la atención de los programas de noticias de la televisión y la radio. El origen de todo aquello estaba en la triste y trágica muerte de Anna Nicole Smith, actriz y modelo que falleció por una sobredosis accidental de drogas sin haber puesto al día su testamento tras el nacimiento de su hija, Danielynn, y la posterior muerte de su hijo Daniel.
Todas las personas relacionadas con el caso, e incluso las no implicadas en él, parecían tener una opinión diferente sobre lo que Anna Nicole Smith habría querido. Algunos decían que habría deseado ser enterrada en Texas, cerca de su familia, otros decían que en Los Ángeles, y aun otros defendían la idea de que su deseo habría sido ser enterrada junto a la tumba de su hijo en las Bahamas. Después, en un vuelco de los acontecimientos, al menos cinco hombres diferentes pretendieron ser el presunto padre de Danielynn, la hija de Anna.
Así que surgieron varias preguntas: ¿Dónde quería ser enterrada? ¿Quién era el padre de su hija? ¿Quién se convertiría en el tutor legal de la enorme herencia de aquella niña?
Dichas interrogantes constituyeron una pesadilla legal y produjeron un frenesí mediático.
Al final, todo el mundo parecía estar de acuerdo en lo diferente que habría sido toda la situación si al menos Anna Nicole Smith hubiera dejado un testamento actualizado.
Este penoso incidente nos ayuda a entender la claridad del testamento que Jesús, nuestro Señor, dejó confirmado el día en que murió. En marcado contraste con toda la incertidumbre que rodeó los deseos de Anna Nicole Smith, como dice nuestro texto de hoy, el testamento se confirma con la muerte del testador y expresa su última voluntad para sus herederos. Según el testamento de Jesús, nosotros somos coherederos con él de la herencia de la vida eterna. La mansión que Cristo fue a preparar es una parte de nuestra herencia.
Dios no ha dejado a sus hijos en la incertidumbre. El día que Cristo murió dejó sellado su testamento. Nadie puede alterarlo. La herencia eterna pertenece a los que acepten a Cristo por la fe y obedezcan por la misma gracia sus mandamientos. ¿Estás dispuesto a recibir la herencia de Cristo?.
Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
¿Sabías que..? Relatos y anécdotas para jóvenes
Por Félix H. Cortez
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