viernes, 28 de junio de 2013

LA MÚSICA Y SU VALOR MORAL

Anímense unos a otros con salmos, himnos y canciones espirituales. Canten y alaben al Señor con el corazón (Efesios 5:19).

Lilianne Doukhan, musicóloga de la Universidad Andrews, explica en qué sentido la música nos afecta para bien o para mal: “El poder moral de la música no reside en la música misma, sino donde la música se encuentra con la experiencia; es decir, en un acontecimiento”.
La música tiene ciertas características que la hacen un instrumento poderoso para el bien o para el mal.
Intensificación. La música intensifica aquellos actos en los que participamos, añade impacto emocional a las experiencias y ayuda a grabarlas profundamente en la memoria. Esto quiere decir que la música es como un amplificador que aumenta el valor moral positivo o negativo de aquello en lo que participamos.
Embellecimiento. La música embellece los acontecimientos, las palabras, las experiencias y las acciones. Este es un asunto al que le prestamos poca atención pero es sumamente importante. Por medio de una música sublime pueden embellecerse elementos realmente malos. Ponte a pensar, las películas y las canciones populares a menudo embellecen el adulterio, la desesperanza, la lujuria y otros crímenes. Debido a que nuestra concepción del universo relaciona lo bueno y lo bello, la música es uno de los instrumentos más poderosos que Satanás utiliza para “legitimar” el pecado; es decir, para llamar a lo malo bueno. Por otro lado, la música también puede embellecer lo bueno dándole poder.
Estimulación. La música, especialmente el aspecto del ritmo, estimula a los oyentes a la acción y los llena de energía.
Poder de asociación. La música establece un vínculo entre el acontecimiento y el ambiente en el que ocurre. De esta manera llegamos a asociar ciertas melodías con ciertas experiencias, lugares y actos. Lo importante es que la música puede traer a la memoria sucesos de cercanía con Dios o de experiencias pecaminosas; de hecho, nos ayuda a volverlos a vivir.
Factor social. La música facilita la interacción social. Es un poderoso catalizador para la realización del bien, o el mal, en la comunidad.
En resumen, aunque se pudiera argumentar que la música no tiene valor moral en sí misma, debemos reconocer que es un poderoso portador de significado moral. Entender esto es de vital importancia para nuestra vida espiritual. La conclusión lógica es que debemos seleccionar cuidadosamente lo que escuchamos. Recuerda que nuestra meta es tener una mente santificada que glorifique a Dios.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
¿Sabías que..? Relatos y anécdotas para jóvenes
Por Félix H. Cortez

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