En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella. Juan 1:4,5.
Cristo era el fundamento del sistema entero de la adoración judía, y en él se presentaba una sombra de la realidad viva: la manifestación de Dios en Cristo. Por medio del sistema de sacrificios, todos podían ver la personalidad de Cristo y anticipar a su divino Salvador. Pero cuando él estuvo ante ellos representando el Dios invisible, —porque en él "habitaba corporalmente toda la plenitud de la Deidad" (Col. 2:9)— ellos no pudieron discernir su carácter divino debido a su propia carencia espiritual. Sus propios profetas lo habían profetizado como un Libertador... Pero aunque su carácter y misión habían sido delineados tan claramente, aunque a lo suyo vino, los suyos no lo recibieron. Ocasionalmente, la divinidad fulguró a través de la humanidad; la gloria se escapaba a través del disfraz de la carne y causaba una expresión de homenaje de parte de sus discípulos. Pero no fue sino hasta que Cristo ascendió a su Padre, hasta el descenso del Espíritu Santo, que los discípulos apreciaron enteramente el carácter y la misión de Cristo. Después del bautismo del Espíritu Santo, comenzaron a advertir que habían estado en la presencia misma del Señor de la vida y la gloria. En tanto que el Espíritu Santo traía a sus recuerdos los dichos de Cristo, su entendimiento fue ampliado para comprender las profecías, para captar los poderosos milagros que él había obrado... A su propia estimación, estos parecieron de mucha menor importancia después de despertar al hecho de que Cristo había estado entre ellos que antes de que advirtieran tal cosa. Nunca se cansaban de repasar cada detalle notado en conexión con sus palabras y obras. A menudo se llenaban de remordimiento por su insensatez y torpeza al recordar las lecciones entendidas a medias cuando él las pronunciara en su presencia, y que ahora les llegaban como una revelación fresca. Las Escrituras se tornaron en un libro nuevo para ellos...
Los discípulos recordaron que Cristo les había dicho: "Santifícalos en tu verdad: tu palabra es verdad' (Juan 17:17). La Palabra habría de ser su guía y director. En tanto que los discípulos buscaban en Moisés y los profetas lo que testificaba de Cristo, fueron traídos a la comunión con la Deidad, y aprendieron nuevamente de su gran Maestro, quien había ascendido al cielo para completar la obra que había comenzado en la tierra.— Review and Herald, 23 de abril de 1895.
Tomado de Meditaciones Matutinas para adultos
Desde el Corazón
Por Elena G. de White
No hay comentarios:
Publicar un comentario