Lugar: Italia
Palabra de Dios: Filipenses 3:18-20
—Vayamos a dar un paseo por el canal —sugirió alguien, mientras salíamos del restaurante.
¿Por qué no? Estábamos en la ciudad de Venecia. La ciudad no tiene autos, sino solo botes y puentes, y teníamos un pase de 24 horas para los canales. Podíamos subirnos a cualquier bote que quisiéramos.
Mis amigos y yo nos subimos a un bote que estaba por zarpar. Nos sentamos en la cubierta exterior, en la parte de atrás del bote, y disfrutamos de la hermosa noche. El sol acababa de ponerse, y había una luna llena bellamente “colgada” en el cielo. Las luces comenzaron a encenderse en los edificios. Nos sentamos, charlamos y nos reímos. Una media hora más tarde, nos dimos cuenta de que todavía íbamos en la misma dirección. No habíamos dado la vuelta.
—¿Cuánto dura este paseo? —pregunté a uno de los tripulantes—. ¿Cuándo volvemos a la isla principal?
El hombre se rió y sacudió la cabeza.
—Este bote no vuelve esta noche. Nuestra próxima parada es la isla de Lido.
No podíamos hacer nada, fuera de reímos de nuestra necedad y esperar a llegar a Lido, una hora más tarde. Allí nos bajamos, esperando encontrar otro bote que nos llevara de regreso a la isla principal esa misma noche. Afortunadamente, había uno, pero nuestro paseo nocturno resultó ser mucho más largo de lo planificado.
Nuestro error fue subir a un bote sin saber adónde iba; no conocíamos su destino final. Y este puede ser un error peligroso, especialmente en nuestra vida espiritual. La Biblia dice: “Muchos se comportan como enemigos de la cruz de Cristo. Su destino es la destrucción, adoran al dios de sus propios deseos y se enorgullecen de lo que es su vergüenza. Sólo piensan en lo terrenal. En cambio, nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde anhelamos recibir al Salvador, el Señor Jesucristo”.
¿Sabes adónde te diriges? ¿Es el cielo tu destino final?
Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson
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