Yo sé que nada hay mejor para el hombre que alegrarse y hacer el bien mientras viva […]. Sé además que todo lo que Dios ha hecho permanece para siempre; que no hay nada que añadirle ni quitarle; y que Dios lo hizo así para que se le tema. Eclesiastés 3:12, 14
Creo que muchas de las lectoras de este libro devocional que están en edad casadera desean que alguna de las meditaciones diarias les provea orientación en la búsqueda de un compañero para sus vidas.
Cuando somos niñas, imaginamos con anhelo a nuestro príncipe azul, que vendrá a buscarnos sobre un corcel blanco para llevarnos a un hermoso palacio donde seremos felices para siempre. Este es un buen sueño; pero se trata sencillamente de eso, un sueño. Despertamos de él cuando la vida nos muestra que la sangre azul no existe, y que los palacios son cosa del pasado o parte de otra realidad.
Sin embargo, existe una realidad que es aún mejor que la de aquel sueño infantil: los hombres buenos existen y Dios, de acuerdo a su voluntad, hará provisión de un buen esposo para la señorita que se lo pida en oración. Las jovencitas han de casarse con hombres que hagan de la felicidad un hábito, una forma de ser, un estilo de vida. Quien es feliz hace felices a los demás, así de sencillo, así de fácil.
Seguramente ahora te preguntarás cómo es posible saber si el hombre que ha escogido tu corazón es alguien realmente feliz. Las señales de felicidad son claras y fáciles de descubrir. Una persona feliz:
• Teme a Dios y se deleita en obedecerlo.
• Ama la naturaleza y la disfruta.
• Es bondadoso con los animales.
• Es generoso con los necesitados.
• Colabora en proyectos ajenos sin sentir envidia.
• Respeta a sus padres y a las personas mayores.
• Cree en la igualdad de género pero respeta las diferencias individuales.
• Asume sus responsabilidades con seriedad.
• Es honesto en todo lo que hace y dice.
Amiga, la mujer que logra encontrar un hombre con estas cualidades, puedo decirte con poco temor a equivocarme, que ha encontrado a un hombre feliz y seguramente logrará que su compañera de la vida lo sea también.
Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado
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