¿Quieres ser sano? Juan 5:6.
La sanación del enfermo de Betesda contiene una lección de un valor incalculable para todo cristiano, una lección de importancia solemne y temible para el incrédulo y el escéptico. Mientras el paralítico yacía junto al estanque, impotente y en efecto sin esperanza, Jesús se acercó y le preguntó con tonos de lástima: “¿Quieres ser sano?” Este había sido el meollo de su deseo y oraciones durante muchos años de espera y de desánimo. Con fervor tembloroso le contó la historia de sus esfuerzos y frustraciones. No tenía amigo a mano que lo llevara con brazo firme hasta el estanque sanador. Sus pedidos agonizantes de ayuda quedaban sin respuesta; todos los que se encontraban a su alrededor buscaban el ambicionado bien para sus propios seres queridos.
Cuando se esforzaba dolorosamente para llegar al estanque cuando se agitaban las aguas, otro se apresuraba para llegar antes que él.
Jesús miró al sufriente y dijo: “Levántate, toma tu lecho, y anda” (Juan 5:8). No había certeza de ayuda divina, ninguna manifestación de poder milagroso.
No es de extrañarse que el hombre contestara: “¡Es imposible! ¿Cómo puede esperarse que yo use miembros que no me han obedecido durante 38 años?” Desde un punto de vista enteramente humano, tal razonamiento parecía consistente. El sufriente podría haber albergado la duda y haber dejado pasar así la oportunidad brindada por Dios. Pero no; sin pregunta alguna se aferró de su única opción. Cuando intentó hacer lo que Cristo le había ordenado, le llegaron la fuerza y el vigor; y fue restaurado.
¿Recibirá usted, lector que duda, la bendición del Señor? Deje de dudar de su Palabra y de desconfiar de sus promesas. Obedezca las órdenes del Salvador y recibirá fuerza. Si vacila y entra en una discusión con Satanás, o empieza a considerar las dificultades y las improbabilidades, su oportunidad pasará, quizá para nunca más volver.
El milagro de Betesda debió haber convencido a todos los presentes de que Jesús es el Hijo de Dios…
A la orden de Cristo, el paralítico había cargado la simple estera en la que había yacido; y ahora Satanás, siempre listo para lanzar sus insinuaciones, sugirió que esto era una violación del sábado… Esperaba que una controversia sobre este tema destruyera la fe inspirada por el acto de sanidad del Salvador en varios corazones -Signs of the Times, 8 de junio de 1882.
Tomado de Meditaciones Matutinas para adultos
Desde el Corazón
Por Elena G. de White
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