Pero tú, Daniel, cierra las palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin. Muchos correrán de aquí para al á, y la ciencia se aumentará. Daniel 12:4.
“Estados Unidos a comienzos del siglo XIX” –afirma el historiador Ernest Sandeen– “estaba ebrio del milenio”. Cristianos de todas las extracciones creían que estaban al borde mismo del Reino de Dios.
El terremoto de Lisboa de 1755, espantosamente destructor, había dirigido las mentes de muchos al tema del fin del mundo. Pero, el estímulo más importante tenía sus raíces en los acontecimientos de la Revolución Francesa, en la década de 1790. Las agitaciones sociales, políticas y religiosas que tenían lugar recordaban a la gente las descripciones bíblicas del fin del mundo. La violencia y la magnitud de la catástrofe francesa hicieron volver la mirada de los eruditos, en ambos lados del Atlántico, a las profecías de Daniel y el Apocalipsis.
En particular, muchos estudiosos de la Biblia pronto se interesaron en las profecías de tiempo y en el año 1798. En febrero de ese año, Berthier, el general de Napoleón, había entrado en Roma y había destronado al papa Pío VI. De modo que 1798, para muchos eruditos bíblicos, llegó a ser el punto de anclaje para correlacionar la historia secular con la profecía bíblica. Al utilizar el principio de que en la profecía un día equivale a un año, vieron en el arresto del Papa la “herida mortal” de Apocalipsis 13:3 y el cumplimiento de la profecía de los 1.260 días/años de Daniel 7:25 y de Apocalipsis 12:6, 14 y 13:5.
Los eruditos bíblicos, escribe Sandeen, creían que ahora tenían un “punto fijo en la cronología profética de Apocalipsis y de Daniel. Algunos estaban seguros de que ahora podían marcar su ubicación en la cronología profética en desarrollo”. Finalmente, muchos sugirieron que la profecía de Daniel 12:4 se estaba cumpliendo.
Seiscientos años antes del nacimiento de Cristo, el profeta había escrito: “Pero tú, Daniel, cierra las palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin. Muchos correrán de aquí para al á, y la ciencia se aumentará”. Debido a la magnitud de los acontecimientos mundiales, muchos ahora tenían la convicción de que había llegado el “tiempo del fin”. Como nunca antes, los ojos de los estudiosos de la Biblia literalmente corrían “de aquí para allá” sobre las profecías de Daniel, mientras buscaban obtener una comprensión más clara de los acontecimientos del tiempo del fin. Los últimos años del siglo XVIII y los primeros del siglo XIX fueron testigos de una cantidad sin precedentes de libros publicados sobre profecías bíblicas.
La profecía bíblica se estaba cumpliendo. La gente no solo examinaba los escritos de Daniel como nunca, sino también el conocimiento de esas profecías iba en rápido aumento. Era un tiempo de entusiasmo profético.
Tomado de MEDITACIONES MATINALES PARA ADULTOS
A MENOS QUE OLVIDEMOS
Por: George R. Knight
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