“Fíjense en que yo hago algo nuevo, que pronto saldrá a la luz” (Isaías 43:19, RVC).
Sin duda alguna habrás oído hablar de Thomas Alva Edison, inventor de la bombilla incandescente y uno de los genios más grandes que ha tenido la humanidad. Edison fue tan brillante que en una etapa de su vida era capaz de producir un invento nuevo cada dos semanas. Sin embargo, creo que su genialidad radicó más en la manera en que manejó sus fracasos que en la lista de aparatos que inventó. Me explico.
Mientras la gente decía que la planta industrial que Edison había construido en West Orange, Nueva Jersey, era a prueba de incendio, durante la noche del 9 de diciembre de 1914 se demostró lo contrario, pues un voraz incendio acabó con seis de los edificios de la planta. Las pérdidas superaron los cinco millones de dólares y, para colmo, los edificios no estaban asegurados.
¿Qué habríamos hecho nosotros si nos hubiera tocado estar en los zapatos de Edison? ¿Qué hizo él? A la mañana siguiente, cuando el fuego ya había sido sofocado, volvió a la planta y, al caminar entre los escombros, encontró una fotografía en la que se podía ver su rostro sonriente. Edison sonrió al verla. ¿Qué razón pudo tener para sonreír en medio de aquel desastre? El mismo nos ofrece la respuesta: “Todos nuestros errores se quemaron. Gracias a Dios, podemos empezar de nuevo”. Y ese mismo día comenzó a trazar planes para reconstruir la planta.
Probablemente tú puedas llegar a ser un inventor famoso como lo fue Edison, pero otros nunca lo seremos. ¿Eso significa que no podemos ser genios a la altura de tan célebre inventor? Por supuesto que no. Somos genios si ante los fracasos de la vida imitamos a Edison y seguimos adelante hasta que derrotemos las circunstancias adversas que se nos presentan. En realidad, el secreto de Thomas Alva Edison consistió en poner en práctica lo que ya había hecho el apóstol Pablo: “Más bien, una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está delante, sigo avanzando hacia la meta” (Filipenses 3:13, 14, NVI).
¿Sabes qué es lo que más me gusta de la llegada de este nuevo año? ¡Que todos los errores que cometimos el año pasado ya son cenizas! Todo está listo para que volvamos a empezar y avancemos hacia la meta que tenemos por delante.
Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2016
“VISITA MI MURO, 366 MENSAJES QUE INSPIRAN”
Por: J. Vladimir Polanco
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