“Cuando llegaron al lugar llamado de la Calavera, lo crucificaron allí, y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda”. Lucas 23:33
No se cuenta con su acta de defunción, pero encontraron sus huesos, blanqueados y polvorientos, en una cripta abandonada. Y su trágica historia surge de ese esqueleto en proceso de desintegración: su nombre, Jehohanan ben Hagqol (forma hebrea de fuan, hijo de Hagqol); nacionalidad, judío; edad, entre 24 y 28 años; altura, 168 centímetros; situación económica, miembro de una familia adinerada; ocupación, ninguna forma evidente de trabajo intenso; salud, ninguna indicación de ninguna enfermedad grave (aunque la formación asimétrica de su cráneo indica que en las primeras semanas de su estancia en el seno materno y de nuevo después -poco antes o poco después de su nacimiento- su vida se vio amenazada por circunstancias traumáticas desconocidas); residencia, Jerusa- lén; fecha de la defunción, en algún momento entre los años 30 y 50 d.C.
¿Forma de fallecimiento? Violenta. La espinilla de la pierna izquierda había resultado fracturada, probablemente por el golpe de una porra. Y, presumiblemente, como consecuencia de ese golpe, también se habían fracturado ambos huesos de la pierna derecha. Además, tras el fallecimiento, sus pies tuvieron que ser amputados con un golpe de hacha para librar su cuerpo. ¿Por qué? Sencillo. Jehohanan fue víctima de la crucifixión romana. Se ha hallado el clavo -de entre trece y quince centímetros- que unía sus talones a la cruz. Según parece, la punta doblada del clavo se había quedado atascada en un nudo de la madera, lo que explica la amputación de los pies del joven. También se encontraron vestigios de clavo entre el radio y el cúbito del antebrazo izquierdo, lo que indica que habían clavado a la cruz tanto sus brazos como sus pies. Los restos de la cruz indican que estaba hecha de madera de olivo.
Nadie conoce su historia. Su polvoriento montón de huesos fue descubierto por el Ministerio de la Vivienda de Israel en junio de 1968 en un lugar de enterramiento al norte de Jerusalén. Este hallazgo arqueológico resulta tan significativo porque marca la primera vez que se han encontrado restos de un hombre crucificado datados en la era romana.
Pero, por otra parte, el mundo nunca necesitó la historia de Jehohanan para recordar la tragedia de la crucifixión, ¿verdad? De sobra se ha contado la historia de otro Joven de esa misma ciudad en esa misma época. Sabemos qué mató a Jehohanan. Pero, ¿qué mató a Jesús? Es imprescindible que encontremos la respuesta. Porque en ella seguramente debe de estar la verdad sobre el Dios que nos ha elegido.
Tomado de Lecturas devocionales para Adultos 2016
EL SUEÑO DE DIOS PARA TI
Por: Dwight K. Nelson
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