jueves, 28 de enero de 2016

OTRO AMIGO

“Y yo le pediré al Padre, y él les dará otro Consolador para que los acompañe siempre: el Espíritu de verdad, a quien el mundo no puede aceptar porque no lo ve ni lo conoce.Pero ustedes sí lo conocen, porque vive con ustedes y estará en ustedes”. Juan 14:16, 17, NVI

¿Hay alguna palabra más cordial que “amigo”? ¿Te puedes imaginar a alguien que no quiera tener amigos? ¡A todo el mundo le encanta tener amigos!
Por eso me gusta la traducción de Eugene Peterson de la promesa del aposento alto en la traducción inglesa The Message, que habla de “otro Amigo”. Al reflexionar estas últimas semanas sobre el Dios de los elegidos, hemos pensado en Dios el Padre y en Dios el Hijo. Pero, ¿qué decir del “otro Amigo”, Dios el Espíritu?
La palabra griega es parakletos, “uno llamado al lado de”. Las múltiples traducciones revelan la riqueza de este nombre que Jesús dio al Espíritu aquella noche: “Consolador” (RV95), “Paráclito” (BJ, BP, NC), “Consejero” (PDT), “Ayudador” (TLA), “Protector” (BL), “Intercesor” (NBH), “Defensor” (DHH) y “Amigo” (Message). Pero, por otra parte, ¿no es eso lo que hace un amigo: consolarte cuando estas decaído, aconsejarte cuando estás perplejo, ayudarte cuando estás agotado, quedarse contigo cuando estás derrotado? El hecho de que este amigo nos acompañará siempre hace que nos preguntemos por qué no hablamos más de él, ¿verdad?
Fíjate en la forma en que lo describen las Escrituras: es de la misma naturaleza que el Padre y el Hijo; atraviesa las paredes, anda por el mundo; vive en la luz, ve en la oscuridad; vive en ti, habla en ti; lee tu mente, habla tu idioma; intercepta tu conciencia, te conmueve el corazón; te avisa del peligro, te atrae hacia la justicia; conoce tu futuro, conoce tu pasado; te ama a pesar de todo, te ama siempre; el mejor Amigo que nunca ha tenido, ¡el mejor Amigo que nunca tendrás!
Tuve un amigo en la escuela primaria. Y debo confesar que, además, quería ser su amigo exclusivo. Porque tener que compartir un amigo tan bueno con todos los demás significaba que yo mismo iba a pasar menos tiempo con él. ¡No pasa lo mismo con nuestro Amigo el Espíritu! Con casi siete mil millones de personas en su lista, está con cada uno veinticuatro horas al día siete días a la semana como si fuera su único amigo en todo el universo. Repito, ¡qué Amigo!

Tomado de Lecturas devocionales para Adultos 2016
EL SUEÑO DE DIOS PARA TI
Por: Dwight K. Nelson
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