«Tomó como almohada una de las piedras que había en el lugar, y se acostó a dormir». Génesis 28: 11
¿Recuerdas que hace poco hablamos del día y la noche? Te conté que en la Creación Dios separó la luz de las tinieblas y así nacieron el día y la noche.
Durante el día realizas muchas actividades: juegas, corres, paseas… Por eso, cuando llega la noche, tu cuerpo se siente cansado y te indica que necesitas descansar.
Tal vez no te gusta que te digan que es la hora de dormir, porque quieres seguir jugando. Pero debes obedecer, porque si descansas bien durante la noche, te sentirás mejor al día siguiente, y podrás estar listo para jugar. En cambio, si duermes menos tiempo de lo que tu cuerpo necesita, al día siguiente no te sentirás tan bien.
Ahora jugaremos a un juego llamado sol y luna. Cuando yo diga «sol», coloca tus manos más arriba de tu cabeza, como tratando de tocar el techo. Cuando yo diga «luna», bajas las manos para que descansen.
¿Te imaginas si te hubiera dejado todo el día con las manos arriba? Te cansarías mucho. Es mejor bajarlas y descansar. Por eso, cuando tus papás te pidan que vayas a tu camita a dormir, ve feliz porque descansarás y crecerás mucho.
Oremos: Jesús, gracias porque tengo una camita donde puedo descansar.
Pasito a pasito, Crezco y aprendo
¡Vive y crece sanamente!
Por: Kathy Hernández de Polanco
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