Guarda silencio ante Jehová, y espera en él. No te alteres con motivo del que prospera en su camino, por el hombre que hace maldades. Salmo 37:7.
Potifar realmente no creyó las acusaciones de su esposa contra José; de lo contrario, tendría que haber habido una ejecución. Pero José fue a prisión para salvar la reputación de Potifar.
Aunque José no estaba condenado a muerte, estaba muy restringido. Hablando de él, la Biblia dice: “Afligieron sus pies con grillos [cadenas]; en cárcel fue puesta su persona” (Salmo 105:18). Allí abajo en el calabozo, José podría haber estado quejándose por su mala fortuna. Podría haber lloriqueado por horas, pero no lo hizo. En lugar de ello, José comenzó a mirar alrededor en la penumbra, buscando a quien ayudar. Al principio no podía ir y darle a alguien un vaso con agua o cuidar al enfermo, pero podía usar su voz para traer algún alivio. Así que el tiempo pasó; y cuanto más tiempo estaba José en prisión tanto más les gustaba a los otros presos. Pronto, José fue colocado a cargo de todos los prisioneros.
Dos de los prisioneros que estaban bajo la supervisión de José eran el jefe de los coperos y el jefe de los panaderos del Faraón. Quizás habían estado involucrados en algún complot secreto para derrocar al Rey, pero sea lo que fuere que hubiese ocurrido, el Faraón los había arrojado a prisión. Una mañana, José notó cuán tristes se veían ambos. Cada uno había soñado la noche anterior, pero no podían entender el posible significado de sus sueños.
José sonrió y dijo: “¡El Único que puede interpretar sueños con exactitud es Dios! Cuéntenme los sueños”.
Cuando cada uno le hubo relatado su sueño, José les reveló lo que significaban. En tres días, el jefe de los coperos sería restituido a su trabajo; pero, en tres días, el jefe de los panaderos sería colgado. José le pidió al jefe de los coperos que se acordara de él cuando volviera a servir al Faraón para que, quizá, este autorizara a José a salir de la prisión.
Mientras el jefe de los panaderos trapeaba la prisión, lleno de temor por su muerte inminente, el jefe de los coperos sonreía, y agradecía a José una y otra vez. Pero, cuando reanudó su trabajo de traerle al Faraón las bebidas, se olvidó completamente del hombre que había hecho tanto por él. Y los días pasaban lentamente para José en aquella casa de prisión oscura, sin una orden para ser puesto en libertad.
Fue un tiempo de prueba, pero no murmuró ni se quejó. $e mantuvo confiado, sabiendo que, a su tiempo y a su manera. Dios cumpliría el anhelo más profundo del corazón de su fiel siervo.
Tomado de devoción matutina para menores 2016
¡GENIAL! Dios tiene un plan para ti
Por: Jan S. Doward
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